Una traza de muros sombríos lastima a Varsovia
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16 DE NOVIEMBRE DE 1940. HACE 80 AÑOS
Fue un día crucial para los judíos de Varsovia. Una comunidad de 400.000 personas fue encerrada dentro de los muros del gueto, como en una prisión.
El muro estaba desgarrando a Varsovia en dos, fue la principal línea divisoria de la ciudad. Cortó vías de comunicación naturales, destruyó su topografía y las calles se convirtieron en laberintos. Miles de personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares. El cambio afectó a todas las esferas de la vida. La construcción del muro también tuvo una dimensión simbólica, al cruzar los muros también se estaban cruzando los límites de la realidad imaginable (Stanisław Różycki).
Ya no más judíos por las calles de Varsovia fuera de los muros del gueto, separados de toda información, separados de sus parientes que se quedaron del lado “ario” y hasta se les quitó el verdor, los árboles y se les recortó el cielo dejándolos sin horizonte.
El resultado inmediato del cierre del gueto fue el aumento de los precios en los alimentos y el hambre, golpeando principalmente a la puerta de los más pobres. Los alemanes tan afectos a la propaganda quisieron justificar con la misma la necesidad de cerrar las fronteras y emplearon el término barrio judío en lugar de gueto judío. Pero la gente de la calle era realista, de un realismo descarnado y cruel: fuimos “tapiados vivos”. Se pensaba en un retorno a la Edad Media y el gueto incluso fue comparado con un campo de concentración, cuya diferencia estaba en que los habitantes del gueto deben ganarse la vida con sus propios fondos.
Jehoszua Perle agrega: en el área rodeada de muros “sombríos”, que la comunidad judía ha construido con su propio dinero, no hay manera de recuperar el aliento, y la gente se sofoca y se ahoga en las calles estrechas, sucias y oscuras.
Inspirado en el articulo „Zamknięcie getta warszawskiego” (Żydowski Instytut Historyczny). Reelaboración.
Gerardo Rodríguez