17/06/2023

Las luchas por las fronteras

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Desde comienzos de 1919 debatía en París el Congreso de la Paz, en el que Polonia estaba representada por Paderewski y Dmowski. Los deseos polacos, pese a que tenían el respaldo de Francia, fueron reconocidos en el Tratado de Paz de Versalles sólo en parte. Además de la ya liberada Polonia Mayor, fue reincorporada a la Madre Patria una parte del litoral báltico, llamada tendenciosamente por la propaganda alemana “corredor”. Gdańsk, antiguo puerto de Polonia, se constituía en Ciudad Libre, unida con el reto del país mediante un sistema de vagos compromisos. Las cuestiones de la antigua Prusia Oriental y de Silesia habían de resolverse mediante un plebiscito, permaneciendo por el momento en esos territorios la administración alemana, lo cual colocaba a la parte polaca en peor situación.

La población polaca de Silesia no quiso conformarse con estos arreglos y, en el anhelo de reunificarse a Polonia, emprendió la lucha contra las presiones alemanas y creó comités de autodefensa. En agosto de 1919, como una respuesta al terror alemán, estalló la insurrección. Tras su derrota, los silesianos no renunciaron a la idea de volver a Polonia y emprendieron nuevas acciones y preparativos de defensa. Tampoco dejó de existir su organización militar. En agosto de 1920, grupos exaltados alemanes atacaron a la población polaca y a los destacamentos de los ejércitos de la Coalición que llegaron a Silesia para controlar el plebiscito. Estalló entonces la segunda insurrección silesiana, que mejoró la situación de los polacos en Silesia. En marzo de 1921, se efectuó el plebiscito, pero sus resultados sólo parcialmente reflejaron las verdaderas relaciones nacionales en este territorio: 479.000 personas votaron por Polonia y 706.000 por Alemania. Los alemanes enviaron a tomar parte en el plebiscito a unas 200.000 personas, nacidas en Silesia pero residentes en el Reich y sus votos decidieron del resultado final. En la noche del 2 al 3 de mayo, la noticia de la inminente entrega a Alemania de una gran parte del territorio que fue objeto del plebiscito, hizo estallar la tercera insurrección silesiana. Los insurrectos, encabezados por Wojciech Korfanty, tomaron en poco tiempo los terrenos hasta el río Odra. El gobierno polaco evitó ayudar abiertamente a los insurrectos para no exponerse a acusación de que violaba el Tratado de Versalles. Sin embargo, las unidades improvisadas de insurrectos lograron mantenerse en sus posiciones y hacer frente al enemigo, mucho más numeroso y mejor armado. Pasaron a la historia los combates de defensa en la cercanía del Monte de Santa Ana. El 5 de julio d 1921, por iniciativa de una comisión de aliados, fue firmado el armisticio. El destino de Silesia iba a ser determinado por una futura conferencia internacional.

Las insurrecciones silesianas constituyeron un acontecimiento sin parangón. Tres veces en tres años consecutivos obreros y campesinos de Silesia se lanzaron a la lucha armada contra fuerzas enemigas muy superiores en número y armamentos. Cada insurrección traía mayores éxitos militares y ganaba más voluntarios. En el tercer levantamiento participaron 60 mil personas. Las insurrecciones fueron un evidente testimonio de que la población de Silesia, aislada de Polonia durante varios siglos, nunca dejó de aspirar a vivir en un estado polaco independiente. Estas razones no pudieron ser ignoradas por las potencias de la Coalición. En octubre de 1921 la Sociedad de Naciones decidió ceder a Polonia una parte del territorio plebiscitario con un millón de habitantes y una gran parte de la industria silesiana. En junio de 1922, en los terrenos de la Alta Silesia recuperados por Polonia se instauraron las autoridades polacas.

La República de Polonia no tenía aún fronteras precisas, lo cual había de acarrear conflictos con casi todos sus vecinos. La Silesia de Cieszyn (Teschen) fue objeto de una contienda con Checoslovaquia, solucionada a través de la mediación de los Estados de la Coalición. Fuera de las fronteras de Polonia quedó un considerable número de polacos. Semejante situación existió en la frontera polaco-alemana. Los territorios litigiosos fueron divididos de tal forma que allende la frontera de la República de Polonia se hallaron -según estimaciones alemanas- más de un millón de polacos.

Pero el conflicto más grave se dio con los vecinos del este. Ya en el momento de la liquidación del dominio austríaco en Galitzia comenzaron las luchas entre Polonia y los nacionalistas ucranianos por la Galitzia oriental. La ciudad de Lwów fue tomada por los ucranianos. Los habitantes polacos se lanzaron a la lucha. Los combates regulares duraron hasta el verano de 1919. Finalmente, las unidades ucranianas fueron rechazadas detrás del río Zbrucz y el país, poblado mayormente por ucranianos, con la excepción de los centros urbanos, se encontró en poder de Polonia. Los ucranianos no se conformaron con ese estado de las cosas durante todo el período de entreguerras. A su vez, la política antiucraniana de las autoridades polacas contribuía a agudizar el conflicto entre ambas naciones.

También los territorios situados al este del antiguo Reino de Polonia se convirtieron en escenario de un conflicto. En la primavera de 1919, las tropas alemanas que ocupaban estas tierras, comenzaron a retirarse. Surgían allí centros del poder locales y se formaban células del poder soviético.

Desde el momento de la recuperación de la independencia, el gobierno polaco mantuvo una política antisoviética paralela a la intervención de las potencias de la Coalición y a despecho de las propuestas soviéticas de establecer relaciones diplomáticas. En febrero de 1919, Polonia inició las actividades militares. Hasta fines de ese año el ejército polaco al mando de Józef Piłsudski llegó a ocupar los terrenos limitados en el norte por el río Dźwina y en el sur, por la localidad de Zbrucz. El propósito de Piłsudski era separar de Rusia las naciones de Ucrania y Bielorrusia, para unirlas a Polonia en una federación. De ahí que se negara a aceptar las ofertas de paz soviéticas.

La Rusia soviética se hallaba envuelta en difíciles combates contra las tropas de los generales blancos que contaban con el apoyo de las potencias occidentales y deseaba concertar la paz con Polonia incluso a costa de notables concesiones territoriales. Lenin sostenía que las concesiones territoriales a favor de Polonia contribuirían a poner fin al secular litigio entre las naciones de Polonia y Rusia. Pero Piłsudski rechazó esas proposiciones. Pactó con el jefe de los separatistas ucranianos, el atamán Petlura, y en base a este entendimiento inició una gran ofensiva. En mayo de 1920, las tropas polacas al mando del general Śmigły-Rydz se apoderaron de Kiev. En esta situación, la Rusia soviética decidió que la guerra contra Polonia era el problema militar más importante. Un mes más tarde, el ejército soviético pasó a la contraofensiva. En agosto del mismo año sus unidades estaban ya cerca de Varsovia. Una maniobra polaca en los alrededores de Varsovia hizo cambiar de nuevo la situación militar. Las tropas polacas pasaron a una victoriosa ofensiva y el frente fue avanzando hacia el este.

Mientras tanto proseguían las negociaciones que concluyeron en marzo de 1921 con la firma del Tratado de Riga. En virtud del mismo las fronteras orientales de Polonia quedaron fijadas al este de los terrenos poblados por una mayoría polaca, más allá de los límites establecidos provisionalmente por los estados de la Coalición en diciembre de 1919 en la llamada “línea de Curzon”. Dentro de las fronteras del Estado polaco se encontraron territorios con numerosa población ucraniana y bielorrusa. Por otra parte, no cesaba el contencioso polaco-lituano por la histórica capital de Lituania, Vilnius. En verano de 1920 esta ciudad se encontró en manos de Lituania, pero en otoño del mismo año fue tomada por las tropas polacas. Las tentativas de solucionar este conflicto, emprendidas incluso en el foro de la Sociedad de Naciones, no aportaron resultado alguno y las relaciones entre ambos estados se mantuvieron tensas hasta el estallido de la II Guerra Mundial.

Fuente: “Panorama Histórico de Polonia”,

Biblioteca Polaca Ignacy Domeyko

Transcripción: Honorio Szelagowski,

Director de Prensa CiPol