30/12/2023

Bądź jak Emilse

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Emilse Bulacio Dombrowski vive en Berazategui y estudia Comercio Internacional en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Lleva un bolso de mano y carga una caja de vinos. Antes de sentarnos en una de las mesas del Klub Polaco, trae una limonada y espera a que comience con las preguntas. La primera es sencilla, introductoria, y a la vez necesaria. ¿Cuándo comienza tu vínculo con Polonia?

Responde que empezó en 2019, a partir de conseguir una beca para participar del programa Polskie Korzenie, organizado por el gobierno de Polonia junto con la Cámara de Comercio Empresaria Argentino Polaca. “Me postulé y vine acá (a la UPRA). Conocí el club porque la entrevista era acá y quedé seleccionada junto con otros 30 chicos jóvenes de todo el país. La beca duraba 1 mes e íbamos recorriendo distintas ciudades de Polonia, las más importantes”, entre ellas estaban Warszawa, Kraków, Łódz, Wrocław y Toruń.

“Antes de viajar lo que nos pidieron fue tomar clases de polaco, ahí fue cuando empecé con las clases desde cero […] Cuando vuelvo de Polonia, como estaba encantada, seguí estudiando y empecé a contactar universidades que estaban cerca de Toruń. Comencé a hablar en nombre de mi universidad que quería hacer un convenio”, explica. La charla ocurre dentro de las instalaciones del bar Klub Polaco, en el Dom Polski de la calle Borges 2076, en la Unión de los Polacos en la República Argentina (UPRA), corazón del barrio porteño de Palermo. Hace calor, un poco, y son algo más de las 17:30hs. Es día de semana, por lo que el lugar está casi vacío.

La conversación continúa. Le consulto si fue difícil para ella aprender el idioma y responde que “al principio no tanto, pero siento que a medida que fue avanzando se me fue haciendo más difícil. Al principio entendía bastante, sabía diferenciar bien las letras, los sonidos, pero después con las declinaciones fue más complicado. Justamente este año tuve un curso intensivo en Lublin (en la universidad que lleva el nombre de Juan Pablo II) y ahí fue más difícil”.

En Lublin, cuenta, “lo que más me gustó fue que en las clases te hablaban y te enseñaban en polaco, entonces o aprendías o aprendías. Costó, pero valió la pena. También me encantó que había todo el tiempo actividades extra (conferencias, talleres, películas). Mientras hacía la beca trabajaba, así que estaba casi todo el día despierta. Fue un mes increíble e intenso, porque además todas las semanas teníamos examen así que tenía que estudiar todos los días. Teníamos los viernes examen escrito y oral con nota. Me acuerdo que los viernes era un sufrimiento para mí (risas)”, y agrega: “También estuvimos de viaje por Varsovia, Sandomierz y Zamość. Estuvo bastante interesante, me gustó. Porque como ya había conocido lo que eran las ciudades más importantes fue una experiencia nueva. Después estuve recorriendo por mi cuenta”.

Le queda media limonada, más o menos. A un par de mesas de distancia, dos chicas toman cerveza y conversan en voz alta. Acerco el grabador a Emilse por si su voz llegara a perderse entre el bullicio del ambiente. Es hora de hablar de su historia familiar. “En mi familia el que era polaco era mi bisabuelo del lado materno. Vino desde Brasil cuando era bebé y se instalaron en Misiones, pero estuvieron muy poquito tiempo y se volvieron a Polonia […] Con el tiempo encontré un registro de una hermana de mi bisabuelo que se casó en un pueblito cerca de la frontera con Ucrania, perteneciente a Lublin. No me animé a ir porque era muy lejos y no quería ir sola. Me hubiera gustado ir con alguien. Todas las historias que me contaba mi mamá eran las que le había contado su abuelo a ella”; cabe destacar que en todo momento de la entrevista se la ve emocionada, evidentemente juntarse a hablar de Polonia es un buen plan.

Le pregunto qué consejos le daría a quien se inicia en el camino del aprendizaje del idioma polaco. “¡Uy, qué pregunta!”, le sale intuitivamente, y complementa: “Que tengan mucha paciencia y que no se frustren. Porque lo primero es que cuando no te sale te frustras y decís ‘esto no es para mí’. Yo creo que a todos nos cuesta al principio. También diría que vengan a actividades porque lo que me di cuenta es que cuando vengo acá (por el Dom Polski) se habla el idioma y eso es lindo porque practicas el oído también. Y obviamente si tienen la oportunidad de ir a Polonia que vayan y se obliguen a usar el idioma, aunque sea en lo cotidiano, creo que esa es una buena forma de perder el miedo”, y cierra: “También recomiendo que si pueden hacer las becas de NAWA las hagan porque son muy buenas”.

Hablamos de uno de sus trabajos que fue en la Cámara de Comercio, lugar al que accedió como resultado de su participación en el mencionado programa Polskie Korzenie. Ahí conoció gente que la invitó a sumarse a la Cámara. Allí tuvo un rol, principalmente, de control de documentación para futuras ediciones del proyecto. “En ese momento no tenía tan buen polaco y no tenía inglés, quizás hoy con otras herramientas podría ayudar más. En aquel entonces no estudiaba Comercio Internacional, y el presidente de la Cámara me empieza a contar un poco acerca del comercio exterior, del comercio internacional y ahí fue cuando dije ‘esto es lo mío’”.

Ahora abordamos lo concerniente a la Karta Polaka, una herramienta útil para aquellos que no pueden acceder a la ciudadanía. ¿En qué consiste? ¿Qué ventajas ofrece a quien la tramita?, es la pregunta. Y ella responde: “Para tramitarla necesitas dos cosas. O bien presentar la documentación que demuestre que sos descendiente, pero que, por algún motivo, no podés tramitar la ciudadanía […] o presentar un papel de una institución polaca que diga que participas activamente de dicha colectividad. Yo presenté ambas y el día de la entrevista con la Cónsul tuve que demostrar que sabía cultura e idioma”. Cabe destacar que se necesitan, mínimo, tres años de participación activa en una institución polaca del país antes de solicitar la entrevista. “Con la Karta – sigue – podés trabajar en Polonia, aunque necesitas una visa si querés estar más de 3 meses. Tenés entrada a los museos gratis y más o menos los mismos beneficios que un ciudadano polaco. También podés acceder a un subsidio, aunque tenés que demostrar que residís ahí”, completa la respuesta. Finalmente, me cuenta de sus proyectos a futuro. Qué planes tiene y si ya pensó en algo para el próximo año. Su idea, admite, obviamente está relacionada con Polonia. Planea irse a trabajar allá, por lo que hoy en día está ocupada preparándose y buscando algún trabajo. “En principio iría por un tiempo, estuve varias veces y me adapté, me da un poco de miedo obviamente, pero siento que ahí es mi lugar, estoy tranquila. Ahí tengo una tranquilidad que no tengo en otro país al que viajé”, reconoce y la conversación finaliza.

Honorio Szelagowski

Círculo Cultural Polonés