08/01/2022

La tercera ola de inmigración polaca 1946-1950

Acontecimientos Históricos

“Pocos polacos llegaron a Argentina durante la Segunda Guerra Mundial. Algunos, como el escritor Witold Gombrowicz (1904-1969), pasajero del crucero inaugural del MS ‘Chrobry’, o el destacado jugador de ajedrez de origen judío Mieczysław Najdorf (1910-1997), que representaba Polonia en la Olimpiada de Ajedrez en Buenos Aires en agosto de 1939, fueron sorprendidos por el estallido de la guerra en el extranjero y decidieron no regresar a Europa, aunque no habían planeado emigrar.

Cabe agregar aquí que después del estallido de la guerra, dos mil inmigrantes polacos en Argentina decidieron unirse al ejército polaco que se estaba formando en Europa. Diecinueve regresaron a Argentina con la orden Virtuti Militari otorgada por su valentía. Los nombres de sesenta y nueve voluntarios que cayeron en los campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial están grabados en una placa conmemorativa colocada en la Casa Polaca de Buenos Aires.

Los números volvieron a crecer en los años 1946-1950. Esta última ola de llegadas estaba compuesta por ciudadanos polacos que, al encontrarse en Europa del Oeste después de 1945, decidieron no regresar al país gobernado por los comunistas y quedarse a vivir en el extranjero. Este tercer grupo de inmigrantes era significativamente diferente de los dos anteriores: por sus motivaciones (políticas, no económicas), su composición social (una proporción mucho mayor de la clase media y alta), su distribución de género (gran mayoría de hombres), y su formación profesional (predominio de militares y profesionales con educación técnica). Todos los representantes de este grupo estaban afectados de alguna manera por los dramáticos sucesos de la Segunda Guerra Mundial, aunque su destino en tiempos de guerra siguió caminos muy diferentes.

Algunos abandonaron Polonia durante las luchas defensivas en 1939, evacuando el país a través de la frontera rumana. Otros vivieron la experiencia de la ocupación alemana, y otros más tuvieron que enfrentarse al terror estalinista y al exilio siberiano. Algunos eran soldados recién desmovilizados de las Fuerzas Armadas polacas, otros – civiles. Los últimos representantes de esta tercera ola de inmigración polaca que aún viven en Argentina son auténticos y únicos testigos de estas historias de exilio, por lo que son ellos los que tomarán protagonismo en esta publicación. Los nombres que aparecen en este texto son solo unos ejemplos de miles de destinos de todos aquellos que desembarcaron en Argentina después de 1945.

Algunos de los inmigrantes de la posguerra habían logrado abandonar Polonia antes del comienzo de la ocupación alemana y soviética. Pertenecían a la ola de refugiados que abandonaron el país en septiembre de 1939. Aquellos que salían de Polonia en ese momento temían la represión y compartían a menudo la voluntad de continuar la lucha junto a los aliados. La mayoría dejaron a sus familias en Polonia, solo unos pocos cruzaron la frontera con sus familiares más cercanos.

Se evacuaron a través de Rumania y Hungría, en dirección a Francia y Gran Bretaña, países que parecían proporcionar seguridad y garantizar una lucha victoriosa contra Alemania. Decenas de miles de refugiados de septiembre se unieron a las filas de las formaciones militares polacas. Otros, durante la emigración en tiempos de guerra, se unieron a la vida política, al trabajo de las instituciones gubernamentales polacas y a las actividades de las misiones diplomáticas.

Después de la caída de Francia en 1940, muchos formaron la comunidad de ‘la Londres Polaca’. Este grupo incluía a Marian Seyda (1879-1967), un político de la Democracia Nacional y uno de los socios cercanos de Roman Dmowski antes de la guerra. En su carrera fue experto de la delegación polaca en la conferencia de paz en Versalles, ministro de asuntos exteriores de la Segunda República de Polonia, ministro de justicia y ministro de congreso de paz en los gobiernos de Władysław Sikorski y Stanisław Mikołajczyk. Llegó a Buenos Aires en 1948 y trabajó de analista y periodista político hasta su muerte.

Otros vivieron la experiencia de la ocupación alemana. Fueron víctimas de la persecución nazi: enviados a campos de concentración en el Reich o llevados a Alemania como trabajadores forzados. Este grupo incluye también a los prisioneros de guerra, tanto de la campaña de septiembre, como del Levantamiento de Varsovia. Cuando terminaron las hostilidades, se encontraron en las áreas liberadas por los aliados y decidieron no regresar a Polonia bajo el dominio de la URSS.

Después de una estadía pasajera en uno de los países occidentales, eligieron Argentina (a menudo pasando antes por Uruguay o Paraguay) como el lugar de su nuevo asentamiento. En este grupo destaca Ryszard Białous (1914-1992), comandante del Batallón ‘Zośka’ – una unidad armada de los scouts polacos que se hizo famosa por sus acciones subversivas durante la ocupación y los heroicos combates durante el Levantamiento de Varsovia- quien después del Levantamiento fue capturado por los alemanes y liberado por las tropas británicas en 1945.

En julio de 1948, Białous llegó a Argentina y se estableció en Neuquén. Se convirtió en un arquitecto reconocido, supervisó la construcción del aeropuerto en Quillén, se desempeñó como ministro de planificación y desarrollo en el gobierno de la provincia de Neuquén y director general de gestión de carreteras y electricidad en Patagonia.

Zygmunt Kiciński (1911-1976) es otro ejemplo de prisionero de guerra alemán. Antes de la guerra trabajaba en la construcción de una central eléctrica en Gdynia, después de la agresión nazi fue detenido como oficial de la Marina polaca. Después de la guerra, se mudó con su familia a Argentina, donde durante muchos años como miembro del consejo de administración de la empresa Electrodinie fue responsable del diseño de nuevas líneas de alta tensión.

La experiencia de la ocupación alemana en Polonia fue compartida también por Zofia Chomętowska (1902-1991), una de las fotógrafas polacas más importantes y activas del período de entreguerras, documentalista del Levantamiento de Varsovia, quien huyó de Polonia y llegó a Buenos Aires en 1947.

Probablemente el grupo más numeroso de los inmigrantes polacos en Argentina experimentó la ocupación soviética. Sobrevivieron a la tragedia de los Confines Orientales de Polonia, la limpieza étnica planificada y realizada por los rusos después de que la Unión Soviética ocupó el Este de la República de Polonia y las deportaciones masivas de la población polaca a Siberia y Kazajstán. Entre 700.000 y un millón de personas fueron víctimas de la política de Stalin entre 1939 y 1941. El destino de los polacos reprimidos cambió después de la conclusión del acuerdo polaco-soviético firmado el 30 de julio de 1941 por el primer ministro Władysław Sikorski y el embajador soviético en Londres, Ivan Maisky.

El protocolo que contenía el texto del acuerdo incluía un anuncio de amnistía para los ciudadanos polacos: prisioneros políticos, deportados en las cárceles y Gulags y prisioneros de guerra. En agosto de 1941, comenzó la formación del Ejército polaco en la URSS. En los campamentos existentes de NKVD para prisioneros de guerra polacos empezaron a trabajar comisiones de reclutamiento. En octubre, el ejército ya reagrupaba a más de 40.000 personas. Las personas que se unieron al ejército fueron acompañadas por civiles, liberados de los campos de trabajo forzado y exiliados, quienes lograron llegar a los centros de formación del ejército en Buzuluk y Taskent.

El número de voluntarios excedió varias veces los límites preestablecidos para las unidades polacas. En vista de la dramática situación del suministro en marzo y julio de 1942, el comandante del ejército, general Władysław Anders, acord[o con Stalin evacuar el Ejército polaco a Irán, donde las tropas en formación podrían contar con mejores condiciones. En los próximos meses, en los campamentos militares establecidos en Irán, se encontraron aproximadamente 116.000 polacos, entre ellos 45.000 civiles, de los cuales 13.000 niños de hasta catorce años.

Las tropas del Ejército polaco evacuadas de la URSS fueron transportadas más cerca del escenario de guerra en Europa, a través de Irak hacia Oriente Medio, Egipto y Palestina. Una parte de la población civil los siguió. Después de la guerra, algunos de los polacos rescatados del exilio siberiano y repartidos por todo el mundo regresaron a Polonia. Los civiles que siguieron los pasos del Ejército polaco llegaron en su mayoría a Gran Bretaña e Italia. Después de un tiempo, muchos de ellos decidieron emigrar a Argentina.

Entre los inmigrantes que habían sobrevivido los dramáticos años del exilio siberiano estaba Elżbieta Niewiadomska-Bogusławlewicz (1918-1986), bailarina de ballet de la Ópera de Lviv, arrestada por el NKVD y condenada a 10 años de trabajos forzados en un campo soviético. Después de la “amnistía” y su posterior liberación en 1941, integró el teatro militar que operaba en el Ejército del general Anders y luego, junto con las tropas polacas, recorrió toda la ruta de batalla del II Cuerpo Polaco, desde el Medio Oriente hasta la campaña italiana. Después de la guerra, llegó en 1948 a Argentina, donde fundó y -durante muchos años- trabajó de coreógrafa y directora del grupo de danza folclórica ‘Nasz Balet’ en Buenos Aires.

Entre los inmigrantes polacos en Argentina en el período de la posguerra predominaban los ex soldados y oficiales de unidades militares, tanto lo que se convirtieron en parte de las Fuerzas Armadas polacas formadas después de septiembre de 1939 en Francia, y a partir de 1949 en Gran Bretaña, así como aquellos que, después de ser liberados del exilio en Siberia, se unieron en 1941 y 1942 al Ejército polaco en la URSS.

Los primeros participaron en los combates terrestres, marítimos y aéreos durante toda la guerra. Lucharon en la defensa de Francia y en la campaña noruega en 1940, en Tobruk, en la batalla aérea por Inglaterra y en la guerra naval con la Kriegsmarine, y en la fase final de la guerra: en el desembarco de Normandía y en la liberación de Francia, Bélgica y los Países Bajos. Otros, que experimentaron la ‘tierra inhumana’ soviética (Józef Czapski), se unieron a los combates junto con las tropas aliadas después de 1943, cuando se formó el II Cuerpo Polaco bajo el mando del general Władysław Anders.

Sus logros durante la campaña italiana: la participación en las batallas de Montecassino, Ancona y Bolonia, serán para siempre un testimonio de la gloria del Ejército polaco.

Después del final de las hostilidades, los países aliados retiraron su reconocimiento del Gobierno de la República de Polonia en el exilio y establecieron relaciones con las autoridades comunistas en Varsovia. Las formaciones militares subordinadas al Gobierno fueron disueltas. Una parte importante de los 240.000 soldados y oficiales de las Fuerzas Armadas de Polonia se unieron al Cuerpo de Adaptación y Reagrupación establecido en 1946, una organización que se ocuparía de la adaptación de personas desmovilizadas para la vida civil y su despliegue en el territorio de Gran Bretaña o en el extranjero. Muchos ex soldados y oficiales decidieron emigrar a Argentina. Había entre ellos representantes de todas las formaciones militares: marina, aviación y fuerzas terrestres.

En 1948, llegó a Argentina el teniente de la Marina Wszechwład Maracewicz (1907-1987). Como oficial del buque de guerra ORP ‘Błyskawica’ partició en agosto de 1939 en la evacuación de tres destructores polacos a Gran Bretaña, combatió durante el desembarco en Normandía, fue el primer oficial del crucero ORP ‘Conrad’ y el último comandante del destructor ORP ‘Piorun’. Después de establecerse en Argentina, trabajaba como primer oficial en buques mercantes. El mayor Antoni Żebrowski (1924-2019) llegó a Gran Bretaña en julio de 1940 a través de Rumania y Francia, y se desempeñó como radionavegador en el Escuadrón de caza nocturna 307. Su tripulación derribó 3 aviones alemanes y logró dañar varios objetivos terrestres en Alemania. Después de la guerra, se estableció en Argentina, respetado como uno de los héroes polacos de la Batalla de Inglaterra.

La experiencia del exilio soviético es compartida por otro veterano de guerra, el artillero teniente Franciszek Ślusarz (nacido en 1924). Transportado a Kazajstán en 1940 con su familia, en 1942 fue a Irak con el Ejército polaco en la URSS, y en 1944 – como soldado del 8° Regimiento Antiaéreo Pesado – participó en la batalla de Montecassino, uno de los enfrentamientos clave durante la campaña italiana de las fuerzas aliadas. Después de la guerra, llegó a Argentina tras una estancia de dos años en Gran Bretaña. A pesar del paso de los años, aún representa a los veteranos de la guerra como presidente de honor de la Asociación de los Ex-Combatientes Polacos en Argentina.

Los inmigrantes de la tercera ola se asentaron principalmente en las ciudades, sobre todo en Buenos Aires. Aquí se unieron a la vida de la colectividad polaca, creando una amplia gama de organizaciones de veteranos y profesionales. Formaron, entre otros, la Asociación de los Antiguos Soldados de la Brigada Independiente de Fusileros de los Cárpatos y la Asociación de los Aviadores Polacos en Argentina; también fundaron sus propias asociaciones los antiguos marineros de la Armada, los soldados del II Cuerpo Polaco famosos por luchar en Italia y los soldados de la 1° División Blindada, los excombatientes de la batalla de Falaise y de los combates por la liberación de Bélgica y Holanda.

Los inmigrantes de la tercera ola a menudo representaban un alto nivel de preparación profesional. La fundación de la Asociación de los Ingenieros y Técnicos Polacos en Argentina, luego transformada en la Asociación Polaca de Graduados Universitarios, fue prueba de la actividad y de las altas calificaciones de los recién llegados. Entre los fundadores de la Asociación estaba, entre otros, el destacado ingeniero mecánico ya distinguido en la Polonia de antes de la guerra, Witold Wierzejski (1882-1950), director de la Fábrica Nacional de Armamentos antes de 1939, y en Argentina, donde llegó en 1945, supervisor de la producción de armas en la planta de armamentos en Rosario.

Entre los miembros de la última ola migratoria también se encontraban representantes de las familias aristocráticas polacas, que a menudo habían luchado durante la guerra, pero después decidieron no regresar al país donde las autoridades comunistas los consideraban ‘enemigos de clase’. En este contexto hay que nombrar a Aleksander Grabia Jałbrzykowski (1921-2005), familiar cercano del arzobispo de Vilnius, funcionario de la Nunciatura Apostólica en Kaunas antes de la guerra, y luego soldado de las Fuerzas Armadas polacas, establecido en Argentina en 1950, entusiasta de la heráldica, muy activo en la vida de la colectividad polaca.

El tamaño de la tercera ola de inmigración polaca no es fácil de determinar. La dificultad se debe a la particularidad de la situación de los recién llegados. Muchos no tenían sus documentos de identidad polacos originales, habiéndolos dejado en la Polonia ocupada o perdido en el caos de la guerra.

Muchos de ellos solo tenían certificados temporales emitidos por las autoridades británicas o la Organización Internacional para los Refugiados (OIR) establecida en 1946 por la ONU. En esta situación, las autoridades argentinas a menudo los clasificaban según el registro de pasajeros proporcionado por el capitán del barco, que, a veces, no reflejaba la nacionalidad real de los inmigrantes.

Stanisław Pyzik, investigador de la historia de la colectividad polaca en Argentina, estima el número de polacos que se establecieron en Argentina después de la guerra en 20.000-22.000, el sacerdote de la comunidad polaca, el padre Antoni Wróbel, en 16.000. Cabe agregar que en las décadas posteriores a la guerra, muchos representantes de la última ola de inmigración decidieron abandonar Argentina y regresar a Polonia. Este grupo incluye, entre otros, a Jerzy Petersburski y Kazimierz Krukowski, activos en la escena artística polaca. Witold Gombrowicz – quien no es un representante típico de la inmigración de la posguerra, pero se estableció en Argentina en relación con el estallido de la guerra en 1939 – se mudó a Europa en 1963. En los años sesenta, después de otra de las crisis económicas, alrededor de 2.000 inmigrantes polacos abandonaron Argentina y decidieron establecerse en los Estados Unidos, Canadá y Australia. En 1975, regresó a Polonia Wiktor Ostrowski, quien en 1934 había participado en la famosa expedición al Aconcagua que permitió localizar una nueva ruta hacia este pico, el más alto del continente. Durante la guerra, Ostrowski participó en la campaña de septiembre y luchó en las filas del Ejército de Anders, para finalmente establecerse en Argentina en 1947.

En la realidad de la posguerra, las grandes flotas comerciales y de pasajeros de los países europeos se redujeron significativamente. La flota alemana desapareció. La oferta de los armadores italianos y franceses perdió su importancia, la posición de las empresas holandesas y noruegas aumentó ligeramente.

La flota de pasajeros polaca prácticamente dejó de existir. Rescatado de la guerra, el MS ‘Sobieski’, que en 1939 había inaugurado con orgullo el servicio en la ruta sudamericana, sirvió como buque de transporte después de 1945, y luego, antes de venderlo a la URSS en 1950, navegaba a los Estados Unidos. El segundo de los transatlánticos ‘argentinos’, el MS ‘Chrobry’, bombardeado por la fuerza aérea alemana, se hundió en 1940 en un fiordo noruego. Las compañías británicas cobraron protagonismo en las conexiones de pasajeros entre Europa y América del Sur. Se puede suponer con gran probabilidad que los inmigrantes polacos que navegaban de Europa a Argentina entre 1945 y 1950 veían la bandera de ‘Union Jack’ volando por encima de sus cabezas. Y poco después, en la década de 1950, el transporte marítimo de pasajeros comenzó a perder la competencia con el rápido desarrollo del transporte aéreo. La experiencia de los polacos que en el período anterior a la guerra desembarcaban en Buenos Aires después de un viaje bajo la bandera polaca fue un episodio que nunca volvió a suceder”.

Fuente: ‘Tak los rzucał nami – Así nos diseminaba el destino’, de Maja Tyborska.

Embajada de la República de Polonia en Buenos Aires