25/06/2023

La II República Polaca

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En 1921 Polonia contaba con 27,2 millones de habitantes, alcanzando en 1939 más de 35 millones. Abarcaba una superficie de 388.500 km cuadrados. Los polacos representaban las dos terceras partes de la población. En segundo lugar estaban los ucranianos que constituían el 15 por ciento del total de la población. Había también judíos, bielorrusos y alemanes. Fuera del país residían unos 10 millones de polacos, principalmente en las regiones fronterizas de Alemania, la Unión Soviética y en Checoslovaquia. Varios millones de emigrantes polacos vivían en Estados Unidos.

Polonia era un país agrícola. Más de las dos terceras partes de la población vivían en el campo. La estructura agraria se caracterizaba por un predominio de las explotaciones pequeñas, hasta 5 hectáreas de extensión, que por lo general no bastaban a sus propietarios como fuente de manutención. Este tipo de explotación abundaba ante todo en el antiguo reparto austríaco. Casi la mitad de las tierras labrantías y forestales pertenecían a los grandes terratenientes y al estado. La escasez de tierra suponía para los campesinos un grave problema social y político. Los dueños de los grandes latifundios, descendientes por lo general de la antigua aristocracia, disponían de suficientes poderes para entorpecer la realización de una reforma agraria radical. En el campo había gran número de parados sin los recursos indispensables para sobrevivir. Es verdad que fueron aprobadas dos leyes relativas a la realización de la reforma agraria, pero a lo largo de 20 años la superficie de la tierra labrantía en manos de los grandes terratenientes se redujo sólo en unas 3 millones de hectáreas, o sea, en un 50 por ciento. Ello no era suficiente para mejorar visiblemente la situación del campo, cuya capacidad adquisitiva era bastante reducida y frenaba el desarrollo económico del país. En las ciudades vivía en 1921 sólo el 24 por ciento de los habitantes. Poco antes de la segunda guerra mundial la población urbana representaba ya cerca del 30 por ciento. Las industrias, de las que las más desarrolladas eran la minería, la textil y la alimentaria, se situaban principalmente en el sudoeste y en la parte central del país (Silesia, Cracovia, Varsovia y Łódź). Predominaban la pequeña industria y las manufacturas. Cerca de la mitad de los obreros trabajaban en pequeñas empresas de no más de 5 trabajadores.

La I guerra mundial ocasionó en Polonia grandes destrucciones. Un 90 por ciento de la superficie del país había sido terreno de acciones bélicas, a veces muy prolongadas. Se estimaba que las pérdidas se cifraron en dos mil millones de dólares. Las destrucciones fueron eliminadas en poco tiempo pero la reconstrucción de la industria fue mucho más lenta. De ahí que inmediatamente después de la guerra la producción industrial fuera inferior en un 50 por ciento en comparación con antes de la guerra. Sólo en el período de cierta animación económica de 1928-1929 se elevó notablemente el nivel de la producción y surgieron nuevos establecimientos industriales. A principios de la década del 30, Polonia fue sacudida por la crisis económica que alcanzó a muchos países del mundo. La producción se redujo a la mitad y creció el paro. Empeoraron asimismo las condiciones de vida de los habitantes del campo. A mediados de los años 30 Polonia comenzó a recuperarse. La producción fue aumentando poco a poco, disminuyó el número de parados y la economía entró en una nueva fase de florecimiento. Tomando la producción de 1928 como 100, la de 1939 era ya de 119. Sin embargo, el desempleo no dejó de constituir un grave problema, ya que afectaba al 10 por ciento de los trabajadores. Hubo muchas razones que influyeron en el irregular desarrollo de la economía polaca, siendo la más importante la falta de capitales. Diversos sectores de la industria dependían en gran medida del capital extranjero. Los intentos de superar esta dependencia no daban mayores resultados. El país carecía de algunas ramas industriales, una parte de la producción no correspondía a las necesidades nacionales. A ello hay que agregar el mal estado de las comunicaciones. Al cabo de veinte años de continuos esfuerzos por cambiar este estado de cosas se logró por lo menos integrar las distintas regiones del país en un organismo económico homogéneo. Fue notable el progreso en el sector de ferrocarriles, tendiéndose nuevas vías entre los principales centros del país. La puntualidad, el nivel técnico y la calidad de los servicios de los ferrocarriles polacos se hicieron proverbiales. En Gdynia fue construido el puerto más grande y moderno del Báltico. La propia Gdynia se convirtió de una pequeña aldea de pescadores en una ciudad de cien mil habitantes. Surgió una flota mercante modesta pero moderna. En 1936 se inició la construcción de numerosas plantas industriales en la llamada Región Industrial Central, que incluía los terrenos más atrasados y superpoblados de la Polonia central. Se trataba de un ambicioso programa de inversiones propugnado por el ministro de Industria y Comercio Eugeniusz Kwiatkowski, quien ejerció una considerable influencia en las actividades económicas del país. El desarrollo de la Región Industrial Central fue interrumpido por el estallido de la II guerra mundial.

Varsovia fue modernizada y ampliada gracias en gran medida a la actividad desplegada por el alcalde Stefan Starzyński. También tuvieron un importante desarrollo urbanístico Poznań, Cracovia, Lwów y otras ciudades.

El esfuerzo económico realizado entre las dos guerras mundiales fue notable, sobre todo en el sector de la industria química, la electrónica, los armamentos y el transporte.

La existencia de un estado propio facilitó el proceso de la integración de las tierras polacas. Fue creado y consolidado un organismo económico nacional homogéneo. Avanzaba el proceso de unificación de las leyes e instituciones. Se dio un gran impulso a la educación escolar y a las universidades, lográndose reducir considerablemente el analfabetismo. La independencia estimuló el florecimiento cultural y artístico. Si bien los escritores de comienzos de la independencia eran más bien confirmadores de la época anterior, como Stefan Żeromski, Władysław Reymont o Andrzej Strug, antes de la segunda guerra mundial aparecieron ya las obras revolucionarias de Bruno Jasieński y Leon Kruczkowski, las primeras novelas de carácter social de Maria Dąbrowska y Zofia Nałkowska y también obras precursoras de nuevas corrientes literarias, como las de Bruno Schulz, Witold Gombrowicz y Stanisław Ignacy Witkiewicz. En la poesía basta mencionar a Jan Kasprowicz, Leopold Staff, Julian Tuwim, Jan Lechoń, Antoni Słonimski, Julian Przyboś o Władysław Broniewski como ejemplos de la gran explosión de talentos.

A pesar de los factores que frenaban el desarrollo de Polonia, tales como la estructura social y los atrasos heredados de la época de los repartos, el progreso cultural fue enorme y contribuyó a formar a la generación que habría de resistir a la difícil prueba de la segunda guerra mundial y de la ocupación nazi.

Fuente: “Panorama histórico de Polonia”,

Biblioteca Ignacy Domeyko

Transcripción: Honorio Szelagowski,

Director de Prensa CiPol