27/11/2021

La segunda ola de inmigración polaca 1919-1939

Acontecimientos Históricos

‘La segunda y la más numerosa oleada de inmigración polaca a Argentina cubrió casi todo el período de entreguerras. Después de que Polonia recuperó su independencia, los que emigraban a través del océano ya eran ciudadanos de un Estado polaco libre, titulares de pasaportes con el águila coronada. También en este caso dominaban los campesinos pobres, que dejaban sus aldeas superpobladas, desesperados por las relaciones de propiedad obsoletas, perpetuadas por la falta de reforma agraria.

La emigración parecía una forma de salir de su situación para masas de desempleados que no podían encontrar empleo en la industria emergente y para aquellos que permanecieron desempleados después de la desmovilización, una vez finalizada la guerra polaco-bolchevique. Al mismo tiempo, los que se iban de Polonia mucho más a menudo que en el período anterior a la guerra veían su emigración como algo temporal, un episodio que les permitiría recolectar ahorros para mejorar después su calidad de vida en su tierra natal.

Una política deliberada de la Polonia independiente era otro factor nuevo, ausente en la primera ola de inmigración del siglo XIX. En los círculos gubernamentales polacos, la emigración se percibía como una herramienta que no solo reduciría la cantidad de desempleados, sino también permitiría deshacerse de los representantes más activos de las minorías nacionales, principalmente ucranianos, y así debilitar las aspiraciones políticas y sociales de estos grupos. El Estado subsidiaba las organizaciones que se encargaban de facilitar los traslados. La prensa publicaba extensos anuncios que alentaban la emigración y artículos que describían las condiciones de vida en América del Sur. Algunos políticos veían también en la emigración una oportunidad de crear centros en el extranjero que podrían apoyar el desarrollo de contactos comerciales con Polonia en el futuro.

Los campesinos que llegaban a Argentina de la Segunda República de Polonia continuaban dirigiendo sus pasos a Misiones, donde una fuerte colectividad polaca existido desde principios del siglo. El Ministerio de Relaciones Exteriores polaco también decidió concentrar sus actividades en esta provincia y, en cooperación con la empresa polaco-argentina Compañía Colonizadora del Norte, apoyaba a los recién llegados colonos polacos. Gracias a estos esfuerzos en 1936 fue establecida la ciudad de Colonia Wanda, y -un año después- se fundó Colonia Gobernador Juan José Lanusse.

Los inmigrantes obreros se instalaban en las ciudades, principalmente en las altamente urbanizadas cercanías de Buenos Aires, pero también en Córdoba, Rosario y Santa Fe, donde predominaban los obreros no calificados, que hacían trabajos temporales en la agricultura, en el sector de la construcción, en la industria de la carne y del cuero. La capital del país y sus alrededores permanecían definitivamente en el centro de atención de los recién llegados.

La actividad de la colectividad polaca en la provincia de Buenos Aires se evidencia por el número de asociaciones polacas fundadas en aquella época: en Llavallol, San Justo, Valentín Alsina, San Martín y Quilmes entre otros. La situación de la inmigración obrera se deterioró drásticamente durante la crisis económica a fines de la década de 1920. Los polacos se convirtieron en uno de los grupos de extranjeros desempleados más desfavorecidos en Buenos Aires, y a menudo entraban en conflicto con la ley.

Dentro de toda la ola de inmigración, destacaba un grupo de técnicos y obreros calificados polacos, anteriormente empleados en la extracción del petróleo en la región de Subcárpatos, quienes en 1925 encontraron trabajo en la cuenca petrolífera de rápido desarrollo cerca de Comodoro Rivadavia en Patagonia. Los pocos intelectuales, representantes de las profesiones liberales y de la aristocracia polaca también ocupaban una posición excepcional. En 1926, representantes de trece sociedades de la diáspora polaca reunidos en Buenos Aires fundaron la Unión de las Sociedades y Organizaciones Polacas “Casa Polaca” en Argentina, precursora de la actual Unión de los Polacos en la República Argentina, establecida en 1931, que reúne a su vez la mayoría de las organizaciones polacas existentes en el país. En 1922, se fundó la revista “Głos Polski” (“La voz de Polonia”), que hasta hoy en día difunde noticias importantes para la colectividad polaca en Argentina.

El número de polacos que llegaron a Argentina en el período de entreguerras, en la segunda ola de inmigración, se puede determinar con un poco más de precisión, ya que a partir de 1921 en las estadísticas de las autoridades argentinas apareció la categoría “ciudadano polaco”. También la Legación de la República de Polonia, abierta en Buenos Aires en 1922, mantenía sus propios registros. Los datos disponibles demuestran que entre 1919 y 1939 – de 157.000 a 167.000 ciudadanos polacos se establecieron en Argentina. Los inmigrantes de nacionalidad polaca constituían alrededor del 50% de este grupo. El 50% restante estaba compuesto por judíos y ucranianos. Esta oleada migratoria tuvo su pico en los años 1926-1930, cuando más de 91.000 personas llegaron a Argentina desde Polonia.

Hasta la construcción del puerto de Gdynia, los inmigrantes viajaban principalmente a través de los puertos alemanes, Hamburgo y Bremen, pero también a través de Gdańsk y Amsterdam. En la primera década de entreguerras, los barcos que transportaban a los inmigrantes polacos izaban entonces a menudo las banderas de la flota mercante de la República de Weimar. Algunos inmigrantes partían también desde la ciudad francesa de Le Havre o desde los puertos británicos en Londres y Hull. La situación cambió a fines de la década de 1920, cuando terminó la primera fase de la construcción de Gdynia, el puerto polaco en el Mar Báltico. Poco después de su inauguración, entre Gdynia y los puertos sudamericanos, los brasileños Río de Janeiro y Santos, y el argentino Buenos Aires, comenzaron a navegar los barcos “Światowid” y “Krakus” que izaban el pabellón nacional blanco y rojo.

Salían de Gdynia cada dos meses, el viaje a Argentina duraba 24 días. A partir de 1936, los inmigrantes podían embarcar en los buques de la recién creada compañía transatlántica Gdynia-America Line. En su proa, los dos primeros barcos exhibían los nombres de los héroes de los contactos polaco-estadounidenses: Kościuszko y Pułaski. En julio y agosto de 1939, los recién inaugurados transatlánticos MS “Sobieski” y MS “Chrobry”, modernos y construidos en los astilleros de Gran Bretaña y Dinamarca, hicieron su primer y único viaje a Buenos Aires.

Florian Czarnyszewicz (1900-1964) es la figura emblemática de la segunda ola de inmigración polaca. Oriundo de Bobruisk en la zona rusa, llegó a Argentina en 1924 y trabajó durante treinta años como obrero en un matadero de Berisso. Pasó a la historia como un escritor talentoso, autor de la novela autobiográfica “Nadberezyńcy” (1942), cuya publicación en Polonia, a pesar de las excelentes críticas en la prensa de la diáspora polaca, nunca fue permitida por la censura comunista.

Otra figura importante para la vida cultural argentina, Jerzy Lalewicz (1875-1951), estudiante de Rimski-Korsakov, pianista de renombre mundial, poco después de llegar a Buenos Aires en 1921, asumió el cargo de director y profesor de clase de piano en el Conservatorio Nacional. Finalmente, el muy popular Karol Zatuszek (1897-1937), después de llegar de su ciudad natal en Lviv en 1921, hizo una brillante carrera como piloto de carreras’.

Fuente: “Tak los rzucał nami – Así nos diseminaba el destino”, de Maja Tyborska

Embajada de la República de Polonia en Buenos Aires