Entrevista a Barbara Warzyca, integrante de PMS
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Es sábado y en el Dom Polski se está celebrando el Kaziuk, la festividad que conmemora a San Casimiro, hijo del rey Casimiro IV Jagellón y apodado el “Príncipe”, quien falleció un 4 de marzo. Destacado por su humildad y devoción hacia Dios, el Kaziuk es una importante fiesta popular en su honor.
Ingresamos a uno de los salones de la planta baja y arrimamos unas sillas. Enciendo el grabador y le damos inicio a la conversación. “Estás en el Nasz Balet, en el Café Polaco Junior, hoy organizando el Kaziuk…”, introduzco y ella contesta que, además, trabaja en Polska Macierz Szkolna (PMS), da clases tanto de español para polacos como de polaco para quienes hablan en español y, enseguida, hace referencia a la principal razón por la cual participa en la colectividad: su legado familiar.
“Mi papá durante muchísimos años logró mantener la enseñanza del idioma acá tanto para niños como para adultos. Durante todos los años ‘90 era él y después continuó enseñando hasta que falleció y decidí seguir con su trabajo, entonces desde el 2021 que empecé a enseñar el polaco”, explica y agrega que, además, “junto con un grupo de personas, armamos lo que se llama el Ciclo de Conciertos en la Casa Polaca, que es una vez al mes, en donde hacemos conciertos de música de cámara, académica y se llama a músicos de distintas partes a tocar acá”.
Barbara Warzyca cuenta que su padre, Kazimierz Jan Warzyca, arribó a la Argentina como sacerdote en los ’80 tras finalizar su seminario en Tarnów debido a la necesidad de la Iglesia de copar esta parte del mundo. Dice que conoció a Juan Pablo II en el Vaticano, en una de sus visitas a Roma y que hasta logró inmortalizar su encuentro con una foto que permanece al día de hoy en su casa. “Como todo polaco lo adoraba y era su máximo exponente en todo. Sigue estando en el living de mi casa la foto con Juan Pablo II en el Vaticano”. No obstante, cuenta que su papá, en un momento dado, decidió que ser sacerdote ya no era lo suyo, “porque hay que tener la vocación para ello, entonces decidió volver a Polonia, ir a Roma para pedir la dispensa y se volvió nuevamente para acá”.
¿Él daba clases de idioma tanto para adultos como para chicos?
“Sí, no solamente enseñaba acá en la Casa Polaca, sino que también enseñó en Valentín Alsina y en Lavallol […] Él era muy estudioso, muy aplicado, cuando quería lograr algo lo lograba, entonces se ponía a estudiar y aprender. Cuando él vino a la Argentina y tenía que dar sus homilías como sacerdote se preparaba muchísimo, estudiaba muchísimo. Obviamente él es mi motivo acá, la idea es continuar su trabajo y lograr que las cosas, al menos, sigan su rumbo”.
Respecto a Barbara, su recorrido en la enseñanza del idioma dio el puntapié inicial cuando era chica y en su casa oía palabras sueltas en polaco. Sin embargo, el salto lo consiguió cuando fue a estudiar un mes a Cieszyn, un pueblo al sur del país centroeuropeo perteneciente al voivodato de Silesia; allí tiene sede la Uniwersytet Śląski, cuyo establecimiento principal radica en Katowice. La particularidad de esta localidad es que limita con Chequia (antes conocida como República Checa), en donde el río Olza divide a un país del otro. La Szkoła Języka i Kultury Polskiej recibe cada año cientos de estudiantes de todas partes del mundo para los cursos de verano de idioma y cultura.
Recuerda la experiencia y se le dibuja una mueca de sonrisa en el rostro. “Fue espectacular – señala – la verdad que a mí me encantó, fue un curso de verano de los que organiza la Uniwersytet Śląski y la verdad que fue maravilloso. Yo no hablo inglés, no es algo que me interese, entonces era solamente polaco y fue increíble. De ese viaje estoy muy agradecida porque fue una beca que pude conseguir gracias al apoyo que me dio PMS”.
En el 2018, ya con una base sólida de polaco, volvió a viajar a Europa. Esta vez no estuvo un mes sino dos años; se instaló junto con su pareja en Cracovia para estudiar en la Akademia Muzyczna w Krakowie. “Él es chelista y yo pianista”, aclara y detalla: “Además de estudiar, trabajaba; pude conseguir un trabajo que al día de hoy sigo ejerciendo que es enseñar idioma español a los polacos”.
¿Durante esos dos años pudiste recorrer el país?
“Cuando estuvimos en Cracovia participamos con un grupo de argentinos que tocaban tango, nos sumamos con ellos y fuimos a Poznań, a pueblos cerca de Wrocław, tocamos en Warszawa y aparte, con Tomás, fuimos a Łódz a un concierto de música. También ya conocíamos un poco, habíamos estado en Zakopane, conocimos Tarnów que es donde mi papá estudió, ahí tengo un primo, conocimos Rzeszów… Nos falta el norte, fuimos a Świnoujście para un concierto, pero no conocimos mucho, así que terminó siendo una cuenta pendiente”. De cualquier modo, ¿quién le quita lo bailado?
En la actualidad, su principal labor dentro de la colectividad es la enseñanza de la lengua. Trabaja tanto en PMS como en Maciaszkowo, en Martín Coronado, los sábados con los niños. Maciaszkowo, aclara, es la escuelita de los hermanos franciscanos. Además, organiza el Café Polaco Junior, o Café Polaco dla Dzieci.
“Gran parte del aprendizaje que puedan llegar a lograr los más chicos pasa por la constancia y por cuánta importancia le den en los hogares”, manifiesta. “Con los chicos no solamente depende de lo que tengamos nosotros, sino también de la casa. En realidad, pasa con todos, tanto con los adultos como con los chicos; parece un cliché, pero nada es difícil, todo depende de lo que hacés para aprenderlo, para lograrlo […] Creo que las personas, ya sean niños o adultos, que todos los días le dedican un poco de tiempo al estudio de verdad lo van a lograr. Para mí la dificultad acá no es solamente para niños, sino que también es el hecho de no estar inmerso en el ambiente”.
¿En qué consiste el Café Polaco Junior? ¿Los chicos se animan a hablar en polaco?
“Lo que sería el taller de Café Polaco Junior, o dla Dzieci, como le llamamos, es encontrarnos, elegimos una temática, por ejemplo, los animales, y con Emi Ciupalska, que es la chica con la que armamos la parte para niños, creamos actividades, juegos, buscamos canciones para que ellos puedan aplicar el vocabulario que sacamos y hay algunos que sí, que se animan, hay algunos que les da timidez, pero en general se animan. Los que mantienen cierta constancia viniendo ya se acuerdan quizás la canción que usamos para la bienvenida, para la despedida, les decimos ‘usiądź’, entonces ya entienden que se tienen que sentar por más que después no se lo digamos en español; tratamos de hablar todo en polaco y, si vemos que hace falta, decirlo en castellano. Es como un espacio para venir a jugar”, define a la vez que puntualiza en que “la Embajada nos apoya mucho con el proyecto y siempre nos envía elementos materiales para regalarles a los chicos. ¿Qué chico no se va feliz cuando de golpe se lleva un librito para colorear, se lleva stickers, lápices, llaveros? No hay ninguno que se vaya triste o decepcionado porque jugaron, cantaron y recibieron regalos”.
Para finalizar, hablamos un poco del Nasz Balet, el grupo de danza folclórico en el cual participa. El Nasz Balet w Argentynie es un conjunto de danzas y cantos folclóricos perteneciente a la Unión de los Polacos en la República Argentina (UPRA), y está compuesto por alrededor de seis parejas de baile, aunque, comenta, suelen haber más mujeres que varones, por lo que el número real de integrantes asciende a las quince personas, quizás un poco más. Poseen lugares troncales en donde se presentan que son la Academia del 3 de Mayo, la Academia del Listopadowa del 11 de noviembre y San Nicolás; además, realizan presentaciones en los distintos centros a los que los convocan, como fue el caso más reciente del Ognisko Polskie, cercano a la sede de Borges 2076.
“Bailamos en el Ognisko Polskie – explica – que es cerca del Dom Polski y demás actuaciones que nos llamen, ya sea las colectividades, a veces para el cumpleaños de algún polaco quieren que vayamos a bailar, en mi casamiento hubo baile… depende de la demanda.
Estamos, además, en contacto con las demás escuelas de baile de las organizaciones del país. Quizás no se da el hecho de que vengan para acá o ir nosotros para alguna provincia, la realidad es que quizás antes compartíamos más escenarios, por ejemplo, en el Buenos Aires Celebra Polonia. Hay un contacto, no tenemos un evento en el cual haya una reunión de conjuntos folclóricos de polacos en Argentina, pero sí hay una relación, un trato”.
Damos fin a la entrevista y conversamos un rato más, ahora sin grabador de por medio. Barbara es cordial y entusiasta. Al final, quedamos en llevar el Café Polaco a La Plata. Del Kaziuk queda poco y nada, ya los últimos organizadores emprendieron el regreso a sus hogares.
Honorio Szelagowski
Círculo Cultural Polonés