30/05/2023

En los años de la I Guerra Mundial (1914-1918)

Artículos

El estallido de la I Guerra Mundial avivó las esperanzas de los polacos. Parecía que la conflagración bélica de los estados ocupantes hacía realidad las aspiraciones de un pueblo que, aunque desprovisto de su propio estado, desmembrado y sujeto a una desnacionalización, logró sin embargo mantener su personalidad. Pero estas esperanzas no se vieron cumplidas inmediatamente. Los estados que estaban en guerra guardaron silencio. Solamente el comandante en jefe de las tropas rusas formuló unas promesas poco concretas, que si bien nunca fueron cumplidas, contribuyeron a robustecer al grupo prorruso.

Del otro lado del frente, los esfuerzos de Józef Piłsudski por iniciar un levantamiento nacional contra Rusia no dieron resultado alguno. Sus destacamentos dieron los cuadros para crear una formación militar polaca autónoma, las Legiones Polacas, que lucharían bajo su mando en el marco del ejército austríaco.

Por primera vez desde la derrota de la Insurrección de Noviembre, unidades regulares polacas emprendieron la lucha contra el zarismo. Pero la gran desgracia consistía en que el soldado polaco tenía que luchar al mismo tiempo contra tres ocupantes, en cuyas respectivas tropas también había polacos. Una formación parecida a las Legiones existió por breve tiempo en el ejército ruso.

En 1915 las tropas alemanas y austro-húngaras ocuparon las tierras del reparto ruso. Las dificultades de la guerra y la necesidad de reclutar nuevas tropas incitaron a los Estados Centrales a proclamar en noviembre de 1916 la futura restitución de un reino polaco, dependiente de ellos. Nombraron igualmente los órganos de ese futuro estado: un Consejo de Estado Provisional y luego un Consejo de Regencia. No obstante, sus cálculos de conseguir voluntarios para el ejército resultaron vanos. Además, los planes de los nuevos gobernantes de estas tierras polacas revelaban cada vez más claro su carácter imperialista. El hecho de haber aceptado algunos postulados polacos y, en especial, la cuestión del idioma, la creación de una enseñanza polaca y una limitación del sistema de represiones aplicado por las autoridades zaristas en las tierras polacas, no fue obstáculo alguno para un sistemático saqueo del país, requisas de víveres y materias primas y la destrucción de la industria. La brutalidad de los ocupantes de Polonia, las deportaciones masivas a trabajos forzados y otros actos de violencia sólo redoblaban la resistencia del pueblo.

Mientras tanto, la causa de Polonia adquirió una proyección internacional. A principios de 1917 el presidente de los Estados Unidos Woodrow Wilson, se manifestó por el derecho del pueblo polaco a tener un estado propio. El derrumbamiento del zarismo en Rusia tuvo un enorme significado para la causa de Polonia. El Soviet de Delegados Obreros de San Petersburgo se pronunció a favor del derecho de Polonia a la independencia. Lo reafirmó, aunque con ciertas reservas esenciales, el gobierno ruso del príncipe Lvov. En Europa Occidental, la primera manifestación a favor de Polonia tuvo lugar en el parlamento italiano. El desarrollo de los acontecimientos en Rusia contribuyó a que los grupos políticos tendientes hasta entonces a colaborar con los estados centrales contra el zarismo, decidieron cambiar su punto de vista. El PPS Fracción Revolucionaria y el Partido Popular Polaco “Liberación” (campesino) se dieron a la tarea de organizar actividades clandestinas contra los ocupantes. Fueron disueltas las Legiones de Piłsudski, muchos de cuyos soldados (las Legiones tuvieron en algunos momentos hasta 30 mil hombres) que se negaron a seguir colaborando con los estados centrales, fueron internados. Los alemanes encarcelaron también a Piłsudski y a su colaborador más cercano Kazimierz Sosnkowski. La Organización Militar Polaca (POW), dirigida hasta entonces en una semiclandestinidad por los partidarios de Piłsudski, pasó a la conspiración y emprendió acciones contra los alemanes y los austríacos. En verano de 1917, los adeptos del “pasivismo” que ya en esa época centraban sus esperanzas en las potencias occidentales fundaron en París el Comité Nacional reconocido por los estados de la Coalición como representación polaca oficial encargada de la dirección política del ejército polaco formado en Francia. La presidencia de este Comité fue encomendada a Roman Dmowski. En la última fase de la guerra combatían en el frente occidental contra los alemanes 7 divisiones polacas, bien preparadas y equipadas, al mando del general Józef Haller.

El derrocamiento del Gobierno Provisional burgués en Rusia y la creación del poder soviético tuvo una influencia trascendental sobre la causa polaca. Llegaba al poder un partido que – proclamando la idea formulada por Lenin en 1903 sobre la autodeterminación de los pueblos – reconoció sin reparo el derecho de Polonia a la independencia y lo expresó tanto en sus acciones prácticas como en actos jurídicos como la Declaración de los Derechos de las Naciones de Rusia, el Decreto Sobre la Paz, etc. La revolución socialista liberó a la vez a los estados de la Coalición, especialmente a Francia, de sus compromisos contraídos con los anteriores gobiernos de Rusia. Se produjo toda una serie de declaraciones sobre la causa polaca, la más conocida de las cuales fue la de Wilson. En el Punto 13 de su “Mensaje de Paz”, Wilson señaló que uno de los objetivos de la guerra de la Coalición era la reconstitución de una Polonia independiente y con acceso al mar. En el caso de Francia, que perdió a su aliado antialemán en Rusia, la creación de un estado polaco independiente se tornaba una necesidad. Tras la caída del régimen zarista de Rusia se revelaron con nitidez las aspiraciones de expansión oriental de los Estados Centrales. Lo demostró el tratado con Ucrania (dependiente de estos estados) formalizado en febrero de 1918 en Brest. En virtud de este tratado, se cedía a Ucrania una parte de los terrenos del Reino de Polonia. Semejantes medidas despertaron una oposición de la sociedad polaca. Polonia entera se levantó a protestar con huelgas, manifestaciones y actos de sabotaje. El número de los partidarios de la colaboración con los Imperios Centrales fue disminuyendo sensiblemente. Hasta el Consejo de Regencia, supuesta autoridad suprema del Reino de Polonia, se manifestó deseoso de romper con los ocupantes y lograr una mayoría autónoma.

Fuente: “Panorama Histórico de Polonia”,

Biblioteca Polaca Ignacy Domeyko

Transcripción: Honorio Szelagowski,

Director de Prensa CiPol