25/10/2019

Aniversario de la independencia de Polonia

Artículos

Al recorrer los años pasados en la vida de un pueblo o una nación, difícil es no detenerse en hitos que supieron marcar su rumbo en el devenir de su destino universal.

Múltiples factores inflaman los distintos sentimientos que envuelven estos acontecimientos. Tal es así el del 11 de noviembre de 1918. Día cargado de una historia de luchas e innumerables acciones; pero, sobre todo, colmado de un acto firme, silencioso y perenne que supo mantener y llevar en cada corazón el sublime sentir de una cultura como dicen las vibrantes estrofas de Józef Wybicki cuando canta: “No, Polonia, tu nombre no ha muerto”.

Resulta indispensable volver la vista atrás y en ella hacer un alto en estos 101 años. Difícil es no recordar estos 101 años en un doble acontecimiento.

El 11 de noviembre de 1918, tras la Paz de Riga y el fin de la Gran Guerra, Polonia, la tierra de nuestros padres, abuelos y bisabuelos, retomaba el camino de la Independencia y emprendía su trajinar nuevamente como “Nación Soberana”. Y también esta es una fecha significativa que nos toca muy de cerca, pues, un 4 de junio de 1919, el presidente de la República Argentina, Dr. Hipólito Irigoyen, reconocía, a nombre del Pueblo Argentino, la independencia definitiva de Polonia.

No fue fácil lograr nuevamente la libertad e independencia en medio de una Europa convulsionada. Pero mucho menos fue afianzar ese ideal de país que estaba predestinado, pero dormido en el alma de cada polaco.

La Independencia no fue solo el acto sublime de una única jornada (11 de noviembre de 1918). Fue menester combatir pronto a los soviéticos en 1920 hasta el último resuello. Acción que supo unir a todo un pueblo: niños, mujeres, padres y abuelos que dio como resultado aquel recordado Milagro del Vístula.

Allí se fraguo ese espíritu que el pueblo guardaba en su corazón y mantuvo por siglos, contra todos los embates que bregaban por la disolución de esta pequeña nación.

La Independencia trajo consigo el aferramiento de la soberanía en el territorio y la consolidación de sus fronteras borradas; pero también, el cultivar su ideal de destino de grandeza como nación, trasmitiendo su cultura, su idioma y su forma de ser.

Han trascurrido 101 años de un renacer transitado con penurias, como los 45 años de sometimiento al régimen soviético, del cual salió indemne pagando con su sangre el precio del sacrificio; sobre todo, del férreo tesón para seguir firmes y no doblegar su propio ser al del que los sometió.

Ese ser, que despertó en 1918 y que supo ponerle música Chopin años antes, es el que le dio el impulso propulsor a la nación pujante que es hoy.

101 años y un nuevo desafío para esta nación milenaria: “ir por otros cien de prosperidad sin perder su esencia y manteniendo intacto su ideal que le supo ser lo que hoy es”.

Sin dudas lo logrará con creces porque sostiene en su afán su destino eterno en lo universal, haciendo que cada día sea un 11 de noviembre como hace 101 años.

Gastón Bohowicz

Vocal 2° – Círculo Cultural Polonés