Westerplatte
Artículos
POR 7 DÍAS LA RADIO DE VARSOVIA REPETIRÁ: “WESTERPLATTE LUCHA”
La resolución de la Sociedad de Naciones del 9 de diciembre de 1925, permitió a Polonia establecer en Danzig, una guarnición estable de 88 hombres para la vigilancia del Depósito de Trafico Militar, al que una resolución anterior le daba derecho. Este Depósito tenía su origen en los envíos de armas occidentales que Polonia había recibido a través del puerto de Danzig durante la guerra contra los bolcheviques. Se trataba de una especie de polvorín y terminal ferroviaria emplazados sobre una pequeña península de unos pocos kilómetros cuadrados en el estuario del río Vístula denominada Westerplatte.
El complejo incluía algunos edificios de oficinas, alojamientos, una aduana y un muelle. Se encontraba rodeado por un muro de ladrillo rojo con una verja metálica sobre las vías.
Propiamente carecía de defensas aparte de unas viejas casamatas alemanas de la Primera Guerra Mundial, que apuntaban hacia el mar y que habían sido heredadas sin artillar.
A partir de 1933, con el ascenso Hitler al poder y el consiguiente deterioro de las relaciones con Alemania, el sentido común aconsejaba reforzar la posición a la vista de las continuas provocaciones que se sucedían y al inicio de la guerra contaba con un total de 182 soldados oficiales y suboficiales, introduciendo también algunos elementos para reforzar su defensa.
Trabajando mayormente de noche, bajo la dirección del mayor Josef Silakowsky comenzaron obras de fortificación en el verano de 1933. En primer lugar, se construyeron trincheras formando un pentágono irregular en el centro de la península, cubierto de las miradas por un frondoso bosque. En el interior de ese recinto cerrado con alambre de púas se construyeron barracas para albergar a los militares, diseñados ingeniosamente para que sus plantas bajas sirvieran como refugio antiaéreo camuflado capaz de resistir un impacto directo de bombas de hasta 250kgs. Del mismo modo la villa que albergaba a funcionarios y oficiales se remozó para servir como bastión y se acondicionaron someramente las casamatas alemanas preexistentes. Completadas en diversas etapas las obras finalizaron en el verano de 1936.
Paralelamente se reforzó el arsenal. En el verano del ’38 llegaron 2 cañones Bofors AT de 37mm, en la primavera del ’39, junto con refuerzos de personal, llegó 1 cañón de campaña de 75mm y 4 morteros Strokes de 81mm. El armamento personal de 160 fusiles y 40 pistolas se completó con 30 ametralladoras pesadas, 8 fusiles ametralladores y 1.000 granadas de mano.
El jefe del puesto polaco, Mayor Henryk Sucharski, recibió instrucciones de “mantenerse durante 12 horas” en caso de invasión. Su segundo era el capitán Franciszek Dąbrowski.
El 25 de agosto entró en el puerto de Gdansk el acorazado alemán “Schleswig Holstein” que, según un comunicado oficial, llevaba a bordo solamente cadetes en faena de entrenamiento marino. Falso.
Una unidad de asalto muy bien armada, integrada por más de 200 soldados, había subido al navío en pleno mar Báltico.
Para el 26 estaba previsto el ataque contra el puesto, pero fue suspendido a última hora por el propio Führer, al producirse la firma de un tratado de ayuda militar entre Polonia, Gran Bretaña y Francia. Hitler tardó cuatro días en tomar la decisión definitiva.
La noche del 31 de agosto era clara y con luna llena. El acorazado alemán había anclado frente a Westerplatte. En su cuaderno de bitácora, el capitán anotó a las 4:43 de la madrugada del primero de septiembre: “El navío va al ataque”.
Dos minutos más tarde, los 14 cañones del barco rompieron el silencio del amanecer. ¡Había comenzado la Segunda Guerra Mundial!
Simultáneamente, tropas de asalto alemanas volaron la puerta principal de la estación ferroviaria y parte del muro que rodeaba al puesto polaco.
Desde las primeras escaramuzas, los invasores recibieron una firme respuesta de los defensores del lugar. Unos apuntes hallados por casualidad en los años ’80, hechos por un soldado alemán participante en ese primer ataque decían:
“Por desgracia, hemos menospreciado Westerplatte. Ya durante el primer ataque, la mitad de la compañía de asalto quedó inutilizada. Los muertos, que hubo muchos, quedaron allí donde cayeron, a los heridos se los pudo salvar.”
Ese mismo día, en Gdansk, los fascistas trataron de tomar por asalto el edificio del correo de la ciudad. Sus defensores, funcionarios postales polacos, no se rindieron hasta la noche, cuando los atacantes utilizaron lanzallamas para incendiar el centro. Casi todos los sobrevivientes fueron fusilados luego de haberse rendido al agotar su parque de municiones.
El 2 de septiembre, ante la tenaz resistencia de la guarnición acantonada en el puesto de tránsito, 47 aviones de la Luftwaffe alemana bombardearon la base.
Mil soldados alemanes llegaron como refuerzo, con una batería de cañones. A pesar de las continuas embestidas, siempre fueron rechazados.
En la madrugada del día 7 los nazis iniciaron su decimotercer ataque contra el cuartel de Westerplatte. Esta vez la acción concertó aviación, cañoneo desde el acorazado y por la artillería terrestre y el incendio de los bosques circundantes.
Sin apoyo exterior, acosados por mar, tierra y aire, el jefe del puesto izó la bandera blanca a las 10 de la mañana del 7 de septiembre de 1939. El saldo de bajas era elocuente. De los dos mil soldados alemanes participantes de la agresión, la mitad resultó muerta o herida. El destacamento polaco sufrió la pérdida de 14 hombres y 11 resultaron heridos.
Andrés Chowanczak
Vicepresidente de la Unión de los Polacos en la República Argentina