06/02/2023

El florecimiento de Polonia durante los últimos Jaguelones

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A la muerte de Casimiro Jaguelón quedó temporalmente disuelta la unión polaco-lituana. El primogénito Jan Olbracht fue elegido Rey de Polonia, mientras que su hermano menor Alejandro ocupó el trono ducal de Lituania.

Jan Olbracht (1492 – 1501), inteligente y ambicioso, continuó la política de su padre, buscando el apoyo de la media nobleza. Al comienzo de su reinado se estableció definitivamente el sistema parlamentario polaco, que habría de subsistir sin mayores cambios durante casi tres siglos, hasta los repartos. La Dieta se componía del Senado (el antiguo consejo real) y de la Cámara de Diputados, elegidos éstos en las dietas provinciales. En 1497 Jan Olbracht emprendió la guerra contra Turquía con el propósito de recuperar Akerman y Kilia, sobre el Mar Negro, y afianzar el dominio de Moldavia. La expedición no tuvo éxito, los moldavos se aliaron a los turcos, derrotaron a los polacos en Bukovina y obligaron al rey de Polonia a renunciar a sus planes.

A Jan Olbracht le sucedió su hermano Alejandro (1501 – 1506), restableciéndose la unión polaco-lituana. Las fronteras orientales del Gran Ducado de Lituania, que en el s. XV se encontraban a 150 kilómetros de Moscú, comenzaron a desplazarse hacia el oeste ya durante el reinado de Casimiro Jaguelón. En este período el gran duque Iván III emprendió la unificación de las tierras rusas, parte de las cuales se encontraban dentro del dominio de los Jaguelones.

Mientras Alejandro permanecía en Lituania, el gobierno de Polonia quedó en manos de los senadores pertenecientes a las grandes familias aristocráticas, a los cuales se oponía la mediana nobleza acaudillada por el canciller Jan Łaski. En 1504 la Diet aprobó varias leyes que limitaron los privilegios de la aristocracia, prohibiendo el ejercicio simultáneo de más de un solo cargo y restringiendo el reparto de bienes reales. Al año siguiente la Dieta reunida en Radom consolidó aún más el poder político de la nobleza por medio de la ley Nihol novi (Nihil novi… sine communi consensu).

Las guerras con el Gran Ducado de Moscú prosiguieron con algunas treguas hasta 1537, cuando reinaba ya el hijo menor de Casimiro Jaguelón, Segismundo I el Viejo (1506 – 1548). Los sucesos más importantes tuvieron lugar en 1514, año en que las tropas polaco-lituanas capitaneadas por el hetmán Konstanty Ostrogski obtuvieron sobre los moscovitas la magnífica victoria de Orsza, la cual, sin embargo, no recompensó la pérdida de la importante plaza fuerte de Smoleńsk.

En 1515 Segismundo el Viejo se vio obligado a hacer considerables concesiones al emperador de Alemania Maximiliano I a fin de neutralizar una peligrosa alianza de éste con el gran duque de Moscú. Segismundo reconoció el derecho dinástico de los Habsburgo a las coronas de Hungría y Bohemia, de modo que al caer Luis II de Hungría, hijo de Ladislao Jaguelón, en la batalla de Mohacs contra los turcos (1526), Hungría y Bohemia pasaron bajo el dominio de los Habsburgo. Terminó así un lapso de 36 años durante los cuales los Jaguelones reinaron en cuatro estados. Sin embargo, dichos estados tenían intereses opuestos (por ejemplo, Hungría estaba interesada en la guerra con Turquía, mientras a Polonia le convenía mantener con ella buenas relaciones) y la dinastía no llegó a crear un bloque político.

Los grandes maestres de la Orden Teutónica no rendían homenaje tributario al rey de Polonia ya desde el reinado de Jan Olbracht. Cuando el gran maestre Albrecht Hohenzollern (sobrino de Segismundo el Viejo) se alió a Moscú para librarse totalmente del vasallaje, los polacos invadieron el territorio de la Orden. La guerra de 1519 – 1521 terminó con la victoria de Polonia y con un compromiso político: los caballeros teutónicos convirtieron su estado en un ducado secular, se pasaron al protestantismo y el gran maestre se declaró duque hereditario, vasallo del rey de Polonia. Al extinguirse la dinastía iniciada por Albrecht Hohenzollern el Ducado de Prusia debía ser incorporado a Polonia. El tratado, firmado en Cracovia en 1525 y refrendado por el homenaje del duque, cortaba los vínculos formales de Prusia con el emperador alemán y el papa, asegurándole a Polonia una gran influencia en los asuntos prusianos. Sin embargo, las posteriores concesiones de Polonia anularon las ventajas que ofrecía el tratado y tuvieron aciagas consecuencias.

A comienzos del s. XVI el duque Boguslao de Pomerania buscó una vinculación política más estrecha del ducado con Polonia, oportunidad que no fue aprovechada por temor a un conflicto con Brandenburgo y el Imperio Germánico. En cambio, un incontestable éxito de Segismundo el Viejo fue la incorporación de Mazovia a la Corona en 1526 al extinguirse la dinastía local de los Piast.

Los privilegios concedidos a la nobleza por los reyes anteriores, particularmente el edicto de Nihil novi, aseguraron a esta clase la plenitud de los derechos políticos y la supremacía absoluta en la Dieta, que comenzaba a convertirse en poder supremo del estado. Los nobles constituían alrededor del 10 por ciento de la población, aunque gran parte de ellos eran nobles menores que no poseían siervos y trabajaban la tierra con sus propias manos. El fundamento económico del poder de la nobleza mediana y de la aristocracia era la propiedad rural y la explotación de los siervos adscritos a la gleba. En el s. XVI creció la prosperidad de las haciendas gracias a la exportación de cereales, sobre todo a los países de Europa Occidental a través del puerto de Gdańsk.

La nobleza, ávida de nuevos privilegios, aprovechaba su dominio político para limitar los derechos de las clases inferiores. Así, en 1496 un privilegio de Jan Olbracht restringió considerablemente el derecho de los hijos de siervos a abandonar las tierras del señor para concurrir a las escuelas urbanas o a los talleres artesanales. A comienzos del s. XVI el rey renunció a juzgar en los conflictos entre los nobles y los siervos, quedando éstos definitivamente librados a la voluntad de sus amos. En cuanto a la burguesía, los nobles lograron disminuir sus derechos prohibiéndoles la adquisición de tierras y el ejercicio de cargos eclesiásticos superiores, también impusieron precios máximos en el comercio urbano y eximieron de impuestos las transacciones de los nobles. A pesar de todo ello, la situación económica de los siervos y burgueses en el período de los últimos Jaguelones era aún bastante buena, enriqueciéndose particularmente las grande ciudades que intermediaban en el comercio con otros países. Muchas familias burguesas obtuvieron de la Dieta el acceso a la noleza y algunas llegaron a amasar cuantiosas fortunas.

Durante el reinado de Segismundo el Viejo la nobleza media se oponía políticamente a la aristocracia y a la corte real. A medida que el rey envejecía aumentaba la influencia de su segunda esposa, la princesa italiana Bona Sforza, empeñada en asegurar el futuro de la dinastía, para lo cual saneó la administración de los bienes reales, liberó muchas tierras reales pignoradas y trató de reunir en torno a sí un partido cortesano formado por magnates influyentes.

En el seno de la oposición hidalga fue madurando un programa de reformas resumido en el lema de “ejecución de los derechos”, que dio nombre al movimiento. El movimiento ejecutivo propugnaba ciertas reformas tendientes a modernizar el estado, exigiendo el cumplimiento de leyes anteriores que hasta entonces no habían sido respetadas y la devolución de todas las tierras reales cedidas sin el acuerdo de la Dieta. El movimiento ejecutivo era sumamente heterogéneo y sus reivindicaciones sumamente variables. Uno de sus rasgos era la aversión por los Habsburgo, a quienes no les faltaban partidarios entre la aristocracia polaca, pero que para el noble común eran la personificación del poder real absoluto, principal enemigo de la democracia nobiliaria.

El movimiento ejecutivo protagonizó en 1537 en Lwow una rebelión de la leva general de hidalgos reunida para una expedición contra Moldavia. Segismundo el Viejo y el Senado se vieron obligados a acceder a las peticiones de los rebelados. Esta primera rebelión de la nobleza polaca fue denominada despectivamente por los magnates “guerra de las gallinas”, debido a la gran cantidad de estas aves que comían en el campamento los rebelados.

Segismundo Augusto, único hijo varón de Segismundo el Viejo, que reinó entre 1548 y 1572, se apoyó en un principio en el Senado. Su primera contrariedad fue la negativa de la Dieta a reconocer los derechos reales de su esposa Barbara Radziwiłł, a quien había desposado en secreto en 1547. Tanto la nobleza como la aristocracia de la Corona compartieron la actitud de la reina madre Bona, hostil a este vínculo con la poderosa familia lituana. Pero el rey supo aplacar hábilmente a los opositores y Barbara fue coronada en 1550.

En 1562 el monarca se declaró en la Dieta a favor de los “ejecutores” encabezados por los destacados oradores Mikołaj Sienicki, Hieronim Ossoliński y Rafał Leszczyński, que constituían la mayoría en la cámara de diputados. Gracias a ello tomó impulso el movimiento de reformas: se aceleró la restitución de los bienes reales, se saneó el Tesoro, se creó el “ejército cuarterón” (mantenido con la cuarta parte de los ingresos de las tierras reales) para la defensa permanente de la frontera sureste, se estrecharon los lazos de la Prusia Real con la Corona y se consumó la unión efectiva con Lituania.

Durante el reinado del último de los Jaguelones se libró una azarosa guerra con Rusia por el dominio de Livonia, gobernada desde hacía varios siglos por los Caballeros Portaespadas, una rama local de la Orden Teutónica. En 1561, ante el avance de las tropas de Iván IV el Terrible por el este y la ocupación de Estonia por los suecos, el gran maestre Gotthard Kettler secularizó la orden y se declaró vasallo del rey de Polonia, con el cual había concertado una alianza tiempo antes. La mayor parte de Livonia quedó incorporada a Polonia y Lituania, y Kettler obtuvo el ducado de Curlandia tributario de Polonia. La guerra de Livonia, a la que se sumaron Dinamarca del lado de Polonia y Suecia del lado de Rusia, duró desde 1563 hasta 1570 y fue la primera guerra (septentrional) por el dominio del Mar Báltico. En el curso de la misma Segismundo Augusto organizó una flota de guerra permanente y en 1568 convocó la Comisión Marítima, que se disolvió a la muerte del rey.

La tendencia de Polonia a estrechar los vínculos con el Gran Ducado de Lituania correspondía a las aspiraciones de la nobleza lituana, deseosa de consolidar su influencia e igualar sus derechos con los de la nobleza polaca. Los grandes aristócratas lituanos (por entonces ya muy polonizados) se oponían decididamente a la unión. Las arduas negociaciones para establecer una unión estatal duraron muchos años y terminaron con la Dieta polaco-lituana de Lublin de 1569. Años antes Segismundo Augusto, convencido ya que no tendría hijos, cedió a la Corona su derecho hereditario al trono ducal de Lituania. En la Dieta de Lublin venció a la oposición de la aristocracia lituana separando del Gran Ducado los territorios de Podlasie, Volynia, Podolia y Kiev, que incorporó a Polonia. El Acta de Unión, firmada el 1 de julio de 1569, unía a Polonia y al Gran Ducado de Lituania en un solo organismo estatal denominado República de las Dos Naciones, con un monarca y una dieta comunes. El tesoro y el ejército permanecían separados. La denominación de “República” no tiene en este caso nada que ver con el sistema político sino que indicaba una unión estatal de dos pueblos. Al territorio de Polonia se le daba corrientemente después de la unión el nombre de Corona. La Unión de Lublin, fruto de la evolución de las relaciones polaco-lituanas desde los tiempos de Jagiełło, fue uno de los acontecimientos más trascendentales en la historia de Europa Oriental. La Unión aceleró el desarrollo económico y cultural del Gran Ducado de Lituania, contribuyó a la polonización de la nobleza lituana y rutena, y extendió la influencia cultural polaca al estado ruso. Por otro lado, la polonización de la nobleza del Ducado y la expansión de la nobleza polaca a las tierras orientales no podían dejar de generar antagonismos nacionalistas. La Unión aumentó también el poder político de la aristocracia, perturbó el equilibrio del estado hidalgo y, en definitiva, fue una de las causas de que el poder efectivo pasara a manos de los grandes aristócratas.

El reinado de los últimos Jaguelones es el período de mayor florecimiento de la antigua Polonia. La gran extensión y la riqueza del país, así como la relativa calma de que disfrutaba, elevaron rápidamente la prosperidad de sus habitantes. La posición internacional de la República era por entonces fuerte. Mientras en otros países europeos se iba cristalizando el absolutismo, en Polonia se consolidó por largo tiempo la democracia nobiliaria.

Con la Unión de 1569 la República polaco-lituana quedó definitivamente cristalizada como estado multinacional, análogo a la monarquía de los Habsburgo y a otros estados de la época. El creciente empeño de Polonia en el conflicto entre Lituania y Rusia redujo necesariamente su actividad en otras regiones, entre ellas en las tierras étnicamente polacas del oeste.

A los privilegios de la hidalguía, entre los cuales figuraban en primer lugar la inmunidad personal y de la propiedad, se sumó en este período la libertad de conciencia. En la primera mitad del s. XVI la Reforma se hallaba ya firmemente establecida en las ciudades de la Prusia Real y en parte de la Polonia Mayor. La Reforma trajo consigo reivindicaciones sociales que originaron graves revueltas de la plebe en Gdańsk, Toruń y Elbląg. Segismundo el Viejo se opuso firmemente a la proliferación de la Reforma y reprimió los movimientos sociales, mientras que Segismundo Augusto adoptó con respecto a los reformados una actitud tolerante. Durante el reinado de este último tuvo lugar tan virulento como efímero florecimiento del protestantismo que no llegó a extenderse a todo el país. Entre la burguesía de las ciudades, una parte abrazó el luteranismo, entre los nobles adquirió mayor ascendiente el calvinismo. A mediados del s. XVI se establecieron en la provincia de Poznań (Polonia Mayor) los husitas emigrados de Bohemia. Hacia 1562 se separó de los calvinistas la secta de los “hermanos polacos”, que profesaban la doctrina antitrinitaria de Arrio y en materia social eran partidarios de la abolición de la servidumbre de los campesinos. Por la misma época surgió también un movimiento que reclamaba la secesión de la iglesia católica de Roma y la creación de una iglesia nacional. La Reforma exigía la abolición de los privilegios del clero y de la jurisdicción eclesiástica sobre los nobles, postulados que fueron apoyados por gran parte de la hidalguía católica y fueron recogidos por el movimiento ejecutivo, que en 1563 logró hacer aprobar en la Dieta una ley que prohibía a los funcionarios reales ejecutar las sentencias de los tribunales eclesiásticos. Una vez satisfechas las exigencias del movimiento ejecutivo, disminuyó el interés de la nobleza por la Reforma y la influencia de ésta comenzó a reducirse.

En 1570 los calvinistas, luteranos y husitas concertaron en Sandomierz un acuerdo de defensa mancomunada ante la creciente contrarreforma católica, que cobró fuerzas sobre todo después de la llegada de los jesuitas a Polonia en 1564.

Por el Acta de la Confederación de Varsovia de 1573 la nobleza obtuvo una garantía constitucional de la libertad de conciencia y de la igualdad de derechos de católicos y disidentes. Aunque en la práctica estos derechos se extendieron – exceptuando unas pocas ciudades y ciertos dominios privados – a las demás clases sociales, la inmensa mayoría de la población permaneció fiel al catolicismo. La tolerancia religiosa constituyó una de las mayores conquistas políticas de Polonia.

En una época en que muchos países de Europa se hallaban sumidos en sangrientas guerras de religión, la República ofreció asilo a muchos disidentes.

El s. XVI es denominado con frecuencia “siglo de oro” de la historia de Polonia, adjetivo que justifican fundamentalmente los logros culturales. La prosperidad económica y la paz interior favorecían el desarrollo de la cultura cuyas principales corrientes quedaron definidas en gran parte por el humanismo renacentista y la Reforma.

La lengua polaca desplazó al latín en la administración y la cultura sufrió una marcada evolución. Los factores que aceleraron este proceso fueron la Reforma y la necesidad de difundir las nuevas ideas humanistas. La Reforma introducía en todos los países el idioma nacional en la liturgia y en los escritos religiosos, moviendo al catolicismo a hacer lo mismo aunque en menor medida. Los textos podían ser difundidos ya a una escala mucho mayor gracias a la imprenta, invento que revolucionó la difusión de las ideas. El primer texto impreso apareció en Polonia en 1473 y desde los primeros años del s. XVI tuvo lugar, principalmente en Cracovia, un rápido desarrollo de las imprentas. Gracias a la impresión el idioma se uniformó y obtuvo reglas más precisas, surgiendo así una lengua literaria de alcance nacional.

Las escuelas parroquiales de nivel primario eran relativamente numerosas. En esta época aparecieron los primeros centros de enseñanza media, eran los gimnasios fundados por los luteranos y, posteriormente, las escuelas de los jesuitas. Los gimnasios de Gdańsk y Toruń llegaron a impartir enseñanza a un nivel casi universitario. La Universidad de Cracovia tuvo un período de esplendor humanista, pero luego comenzó a decaer paulatinamente, retornando en parte al escolasticismo medieval. Eran muy numerosos los jóvenes nobles y burgueses que estudiaban en universidades extranjeras, sobre todo en las de Italia y Alemania.

Las ciencias y las artes alcanzaron en Polonia en el s. XVI un nivel europeo. En 1543 apareció la obra de Nicolás Copérnico Sobre las revoluciones de los cuerpos celestes, que dio lugar a una revolución en la astronomía y tuvo importantes consecuencias filosóficas. Andrzej Frycz-Modrzewski en su Comentario sobre la enmienda de la República reclamó la igualación de todos los estados ante la ley y presentó muchas ideas precursoras en materia de estado y derecho. Su tratado fue traducido al alemán, español, francés y ruso. La poesía polaca del Renacimiento alcanzó niveles de admirable maestría en la obra de Jan Kochanowski, llamado por muchos “padre de la poesía polaca”. La música para los salmos traducidos al polaco por Kochanowski se debe a su insigne contemporáneo Mikołaj Gomólka.

La arquitectura y las artes del Renacimiento recurrieron a los modelos italianos, adaptándolos al gusto polaco. Las primeras influencias renacentistas se dejaron ver en las reformas introducidas por Segismundo el Viejo en el Castillo y la Catedral de Wawel, pero es en las residencias aristocráticas y en los ayuntamientos elevados en esta época donde el nuevo estilo se hizo más patente. La costumbre de adornar las tumbas con monumentos funerarios, muchos de ellos grandiosos, hizo florecer la escultura. En las iglesias se puede admirar hoy gran cantidad de estatuas, bustos y retratos en relieve de aristócratas, obispos, nobles y aun burgueses. Muchos de estos monumentos fueron obra de artistas italianos, entre los escultores polacos, el más conocido fue Michałowicz de Urzędów.

Las artes plásticas eran tenidas por oficio y, como tales, las cultivaban exclusivamente los burgueses, a los que encontramos también entre los cultores de otros géneros del arte. Pocos pintores o escultores hubo de origen campesino. La nobleza se volcó en masa al nuevo estilo de vida que trajo consigo el Renacimiento, aunque lo que más atraía al os hidalgos era el aspecto utilitario del humanismo, expresado en el gusto por los placeres de la vida. El ideal del caballero de la Edad Media cedió lugar al ideal del terrateniente y ciudadano que, si bien dispuesto a tomar las armas en caso de necesidad, prefería la vida sosegada y próspera que le daba su hacienda.

En el siglo del humanismo y la Reforma se desarrolló notablemente la conciencia nacional polaca, que no era lo mismo que la conciencia de pertenencia estatal de las distintas naciones que formaban la República. Al desarrollo de la conciencia nacional contribuyeron muchos factores, entre ellos la cristalización de una lengua polaca relativamente homogénea y extendida a todas las clases, la creciente autoridad política de la nobleza, la unificación legal y orgánica del estado y la integración económica y cultural cada vez más fuerte de las distintas regiones del país. Todo ello favorecía un sentimiento de vínculo singular entre todos los habitantes del estado que hablaban el polaco.

Pero en el s. XVI este proceso estaba aún lejos de finalizar, la conciencia nacional abarcaba solamente a la nobleza, la mayor parte de la burguesía alemana establecida en la República, a excepción de la burguesía de las ciudades de la Prusia Real.

En el período mencionado tuvo su origen prejuicio que habría de limitar la extensión de la conciencia nacional polaca, ya que identificaba el concepto de nación con la nobleza de todo el estado sin reparar en su proveniencia ética, al tiempo que excluía del término a los burgueses y siervos. En 1517 apareció una descripción histórica y geográfica de los pueblos eslavos titulada Tratado de duabus Sarmatie Asiana, Europiana de Maciej Miechowita, cuyo autor recogía leyendas anteriores y remontaba el origen de los polacos a los antiguos sármatas. Esta leyenda fue retomada por otros escritores y con el correr del tiempo Sarmacia se empleaba en el vocabulario corriente como sinónimo de Polonia y los nobles polacos se denominaban a sí mismo sármatas.

Fuente: “Panorama histórico de Polonia”,

Biblioteka Im. Ignacego Domeyki

Transcripción: Honorio Szelagowski

Director de Prensa CiPol