Comprender el mundo de hoy
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Hemos pasado por la era de la revolución industrial, del enciclopedismo, la modernidad y así, en el medio, muchas otras corrientes hedonistas, comunistas, relativistas, etc. Ahora estamos viviendo la era de la confusión social, donde pseudo intelectuales, quienes tienen estudios universitarios e incluso posgrados, parecería que carecen del más elemental sentido de la existencia humana ante la violencia de todo tipo de género, femicidios, totalitarismos, etc.
Los que hablan de “tolerancia” quieren imponer en los otros su ideología. Los colectivistas que señalan que “todo lo tiene que hacer el Estado” o “todo lo tiene que resolver el Estado”. Ante la violencia individual, ante cualquier falta de una persona, enseguida levantan el dedo acusador y dicen “el Estado ausente”, y… ¿no será que la falla está en la persona?
Porque si pretendiéramos que el Estado tuviera, como proponen los estatistas, “controlar” o estar en cima de cada acto o acción de cada individuo se convertiría en un Estado autoritario.
Por eso hoy más que nunca necesitamos buscar y encontrar el sentido de nuestra existencia, ya que “resulta más urgente el interrogante sobre el sentido de las cosas”, San Juan Pablo II. Y así buscar la respuesta a interrogantes tales como: ¿Quién soy?, ¿de dónde vengo y a dónde voy?, ¿cuál es el sentido de mi vida?, etc. En definitiva, se trata de la búsqueda de la verdad y dónde encontrarla.
La historia de la humanidad es la búsqueda de una respuesta. “Mi corazón está inquieto hasta que te encuentre a Ti, mi Dios”, San Agustín, Las Confesiones. Precisamente en aquel que ES LA VERDAD. “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Es un Dios que propone y no se impone, que nos quiere con una libertad plena. Su novedad no consiste en grandes ideas ni en una filosofía determinada, sino en un encuentro personal con Cristo, que se entrega, nos crea, lo hace todo por amor a nosotros. No es un ser lejano, allí donde están las estrellas; sino que está al lado nuestro, y solo tenemos que buscarlo y encontrarlo.
Por eso lo que requiere el mundo de hoy es un cambio de actitud, de cada hombre, un cambio en su interior, en su corazón; no debemos buscarlo fuera de nosotros sino dentro nuestro.
“Conócete a ti mismo”, inscripción en el frente del Templo de Apolo en Delfos, Grecia. Fue Platón quien dio mayor difusión a esta frase de alto valor ético y reflexivo a través de sus diálogos, recordándonos la importancia de mirar hacia dentro antes de tomar cualquier decisión, antes de dar cualquier paso. Así, en una de las salas del templo se halla la siguiente inscripción: “Te advierto, quienquiera que fueras tú, que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera. Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿cómo pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla oculto el Tesoro de los Tesoros. Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el Universo y a los dioses”.
Han pasado muchos siglos y gran parte de las personas siguen inhabilitadas en esa materia básica que es el autoconocimiento. No hace falta un viaje a la India ni hacer el Camino de Santiago para poner más luz en nuestro interior. Somos esa sociedad que sigue actuando sin reflexionar, que culpabiliza a otros de sus fracasos y que continúa conjugando mal la honestidad. Japón no se quedó lamentándose de la destrucción de Hiroshima y Nagasaki, ni Polonia de haber sido devastada por Alemana y la URSS. Así, cada individuo, cada persona, puede buscar reconstruirse en su modelo. Cristo; para ello debe buscarlo, conocerlo y procurar encontrar su identidad en el creador, mediante el estudio y la reflexión.
Enrique Julio Aliaga
Docente