El himno nacional
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Los emblemas y los colores de muchas naciones provienen de los símbolos que tuvieron su origen en la Edad Media. En cambio, los himnos, en su gran mayoría, datan de la época en que fueron formándose los estados modernos. El polaco no se distingue en ese sentido de los himnos de otros países.
Antes de que apareciera el himno actual, había en Polonia canciones tratadas como himno. La más antigua es la “canción patria” (carmen patrium), que comenzaba con las palabras Madre de Dios, Virgen María y fue entonada por los caballeros polacos en los campos de batalla de Grunwald y Varna. Posteriormente -hasta fines del siglo XVIII- ninguna de las canciones militares se convirtió en canción auténticamente nacional.
El primero en señalar la necesidad de un himno nacional fue el rey Estanislao Augusto. La canción Amor sagrado a la amada patria, con letra de Ignacy Krasicki, compuesta en 1774 para la Escuela de Cadetes de Varsovia, no se hizo lo suficientemente popular. Los soldados de la insurrección de Kościuszko entonaban con frecuencia la Canción de la Caballería Nacional, con la melodía de la canción francesa Ca ira. Por entonces surgió también la canción militar A las armas, hermanos, a las armas, con melodía de La Marsellesa, himno de la Revolución Francesa.
Los himnos nacionales modernos se originan de esas dos corrientes. Unos nacieron a iniciativa de soberanos o gobiernos; rogaban a Dios que conservara al rey y a la monarquía. Otros, como La Marsellesa, fueron inspirados por anhelos y arrebatos patrióticos de los pueblos. Tal es la más famosa canción nacional polaca: Mazurca de Dąbrowski, llamada antiguamente Canción de las Legiones.
Surgió en 1797 en el extranjero en la época cuando se formaban las Legiones Polacas del general Jan Henryk Dąbrowski que iban a formar parte del ejército de Napoleón en Italia. En un ambiente de entusiasmo y de esperanza en el rápido regreso a las tierras del Vístula, Józef Wybiscki, prestigioso militante del campo patriótico, escribió la letra para la melodía de una mazurca. La canción fue interpretada por primera vez en julio de 1797 en Reggio Emilia, donde estacionaban los legionarios. La letra sencilla y cercana a los corazones polacos y la melodía familiar hicieron que se ganara una gran popularidad entre los soldados. En breve tiempo la Canción de las Legiones llegó a tierras polacas, despertando un entusiasmo general. Aquí se introdujeron pequeños cambios en el texto original. La gran popularidad de la canción se explica por sus primeras palabras: “Polonia no perecerá mientras nosotros vivamos”, que despertaban la convicción de que un pueblo oprimido puede subsistir, con tal que sus ciudadanos conserven su conciencia nacional y estén dispuestos a luchar por la independencia. A continuación, el himno inspiraba fe en las fuerzas propias de la nación (“lo que el poder ajeno nos arrebató, rescataremos a hierro”) y en los futuros triunfos de los polacos (“Bonaparte nos dio un ejemplo de cómo debemos triunfar”). El estribillo (Adelante, Dąbrowski”) comprendía la confesión del deseo máximo de todos los exiliados de “unirse al pueblo”.
La Canción de las Legiones fue desde el comienzo el símbolo de la inmortalidad de Polonia y de la fe en su renacimiento que unía a los polacos, sin distinción de la condición social, en la lucha por la libertad. Se la cantaba en momentos solemnes y para celebrar fechas históricas más importantes. Sonaba en los campos de batalla durante las insurrecciones y en las manifestaciones callejeras. La Canción de las Legiones tuvo más de una versión, pero ningunaganó en popularidad al texto original.
Derrotada la Insurrección de Noviembre, la Mazurca de Dąbrowski fue prohibida por ser una canción nacional y rebelde. Pero su popularidad no disminuyó. Todo lo contrario. Entonada por los exiliados polacos, ganaba partidarios entre otras naciones. Siendo una canción de los combatientes por la libertad, despertó simpatía de las capas liberales de la sociedad de Alemania e Inglaterra. Las palabras “Polonia no perecerá”, traducidas a muchas lenguas, eran una declaración a favor de la libertad de todos los pueblos. Es comprensible, pues, la popularidad de la Mazurca en los hermanos pueblos eslavos que compartían la misma suerte de esclavos de potencia extranjeras. Su letra fue traducida al checo y al eslovaco; inspiró a los autores del himno peneslavo, así como de los himnos croata y serbio. En el actual himno nacional de Yugoslavia se distingues muy claramente trozos de la melodía de la Mazurca.
Durante la primera guerra mundial, la Mazurca de Dąbrowski fue entonada con mucha frecuencia, igual que otras canciones nacionales como Dios, que proteges Polonia, de Alojzy Feliński, el coral Con el humo de los incendios, de Kornel Ujejski y la Rota, de Maria Konopnicka. Recuperada la independencia, hubo una discusión sobre cuál de estas canciones había de ser el himno nacional. De las polémicas salió triunfante la Mazurca de Dąbrowski, que recuperaba a las demás canciones por su estrecho vínculo con las tradiciones independentistas y por su melodía fácil y arrebatadora. En 1926 la Mazurca de Dąbrowski fue reconocida oficialmente como himno nacional de Polonia y lo sigue siendo hasta el presente.
Los lemas comprendidos en la antigua Canción de las Legiones recobraron toda su actualidad en el período de la última guerra. Sus palabras volvieron a significar lo que significaban antes, y su melodía recordaba cuántas veces los sonidos de la Mazurca acompañaron a los polacos en su lucha por la libertad.
El himno nacional acompañó a los soldados polacos desde los fiordos noruegos hasta el desierto de Libia, desde Lenino hasta Berlín. En el país ocupado, los patriotas torturados y ejecutados por los nazis, morían susurrando o gritando sus palabras iniciales. En los momentos más trágicos daba ánimo al pueblo martirizado. Por ello, tan importantes fueron las audaces acciones de los combatientes de la resistencia que en dos ocasiones lograron infiltrarse en el servicio de altavoces nazi para emitir programas patrióticos y el himno nacional.
La historia del emblema, de los colores y del himno nacional de nuestro estado, que hemos presentado aquí, permite distinguir el nuevo contenido que cada generación de polacos aportó al modo de entender esos símbolos. Transmitidos de generación en generación, pese a las prohibiciones de los opresores, constituyen un valor de toda la nación. Acompañaron siempre a los polacos que luchaban por la libertad, desempeñando la función unificadora. Esos símbolos van unidos a la corriente republicana de nuestra historia y a las consignas de la democracia y del progreso. Hoy son portadores de los mismos ideales que encarnaron en el pasado: la libertad, la independencia del emblema, de los colores y de la bandera, así como el texto La ley aprobada por la Dieta el 31 de enero de 1980 (Boletín Oficial. No. 7 del 11 de marzo de 1980, pto. 18) trae los modelos del emblema de los colores y de la bandera, así como el texto y la partitura del himno, definiendo al mismo tiempo las circunstancias de su uso.
Fuente: “Panorama histórico de Polonia”, Stefan Krzysztof Kuczyński
Biblioteka Polska Im. Ignacego Domyki
Transcripción: Honorio Szelagowski
Director de Prensa CiPol