Milagro de Jasna Góra
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Recuerdo de mi infancia la visita de muchos amigos de la familia, más tarde supe que eran ex altos oficiales polacos, de los cuales una gran parte de ellos emigró ya como personas mayores a este país y sin una profesión (que no fuera la militar), sin conocer el idioma y sin jubilación – les resultó sumamente difícil insertarse en la vida laboral – a pesar de las grandes oportunidades que brindaba este país por aquellos años. Algunos de estos ancianos (que hace no tanto tiempo eran personas con gran poder y de cuyas decisiones dependía el destino de miles de sus subordinados), ahora pasaban por casa posiblemente para comer algo y para ser escuchados. El ejemplo más significativo de esta situación, lo escuché ya de adulto en mi primer trabajo serio como ingeniero: uno de los directores de la empresa donde me desempeñaba me contó que hace muchos años tuvo una reunión con los gerentes de otra empresa: Adelphia, fundada por un ingeniero polaco. A la sala de reuniones de la gerencia, de repente entra un anciano, quien resulta ser el cadete de la empresa, e inmediatamente tres de los ingenieros presentes se ponen de pie y mantienen una prusiana posición de firmes hasta que el cadete se retira. Mi jefe no salía de su asombro y preguntó qué es lo que había sucedido, ¿por qué los directivos de la empresa se ponían firmes delante del cadete? La respuesta fue: “Es que durante la guerra él fue nuestro comandante”.
Las historias que relato a continuación son las que escuché en mi niñez de estas personas.
JASNA GÓRA
Para derrumbar la moral polaca, el alto mando alemán concibe un plan descabellado: destruir el santuario de Częstochowa. Para ello envía el primer día de guerra a la Luftwaffe a bombardear Jasna Góra. Sin embrago, al acercarse al blanco los escuadrones de bombardeo, uno por uno reportan las siguientes situaciones: imposible realizar el bombardeo por intensa niebla en un área de varias decenas de km2, cabe destacar que el verano de 1939 fue extremadamente seco y caluroso y no hubo reportes meteorológicos de niebla en ese momento y lugar. Imposible bombardear el objetivo, vemos una enorme laguna… En cambio, la última misión de bombardeo, nunca se reportó, tampoco se hallaron restos de los aviones enviados. Pareciera que una fuerza sobrenatural protegió el santuario.
Andrés Chowanczak
Vicepresidente de la Unión de los Polacos en la República Argentina