La recuperación de la independencia
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En otoño de 1918 se produjo la derrota de los Imperios Centrales. Las tierras del reparto austríaco volvieron a Polonia. Las tropas austro-húngaras fueron desarmadas y repatriadas. Los socialistas y los grupos del partido popular, junto con los partidarios de Piłsudski, instauraron en Lublin en la noche del 6 al 7 de noviembre de 1918 el Gobierno Popular Provisional de la República de Polonia, con Ignacy Daszyński como primer ministro y el general Edward Śmigły-Rydz como ministro de guerra. Este último había sido subalterno de Piłsudski en las Legiones y, tras el encarcelamiento de éste, encabezó la Organización Militar Polaca en la clandestinidad. El Gobierno Popular Polaco, primer poder soberano del estado renacido, proclamó la Polonia independiente como república parlamentaria y declaró la lucha por la liberación de las tierras polacas bajo ocupación alemana. Pocos días después de la formación del gobierno y en parte como consecuencia de la lucha armada, los alemanes tuvieron que abandonar Varsovia y el resto del Reino de Polonia. Las nuevas autoridades se trasladaron a la capital del estado polaco independiente. Józef Piłsudski, prisionero en la fortaleza de Magdeburgo, fue puesto en libertad y a su llegada a Varsovia, recibió los poderes de jefe de estado provisional. Los territorios liberados se hallaban rodeados por tropas alemanas, más de un millón de soldados, que en Europa Oriental suponían todavía una gran potencia militar. De ahí que la liberación de los territorios occidentales de Polonia se llevara a cabo en medio de tenaces luchas. A pinales de diciembre de 1918 estalló un levantamiento en Poznań. Al cabo de varias semanas de luchas libradas por grupo de voluntarios, que en breve aumentaron a decenas de miles de soldados, una gran parte del reparto prusiano logró se liberada.
La recuperación de la independencia fue para el pueblo polaco un acontecimiento trascendental. Aunque repartido entre tres potencias opresoras, el pueblo polaco había mantenido siempre un acendrado sentido de identidad nacional. Sus anhelos independentistas fueron expresados en sucesivos levantamientos armados y muchos otros actos de protesta a lo largo de más de 120 años. En 1918 la época del yugo extranjero llegó a su fin. Se abría la posibilidad de erradicar la funesta herencia de las potencias dominadoras y de iniciar una vida normal y un desarrollo en libertad.
La Polonia independiente renacía como estado republicano y democrático que proclamaba libertades políticas y prometía a las masas populares una influencia sustancial en el gobierno. Renacía también como estado capitalista en el que, a pesar de los anuncios de diversas reformas sociales, el poder quedaba en manos de las clases poseedoras, cuya actitud egoísta agudizaba las tensiones y conflictos sociales. En las fábricas y los latifundios estallaban huelgas, muchas veces aplastadas con crueldad por las autoridades. Las masas trabajadoras tenían que reivindicar sus derechos por medio de luchas y enfrentamientos. Se vieron afirmadas en la justicia de sus demandas por los acontecimientos y conmociones revolucionarios que se operaban en Europa. El socialismo infundía temor a la burguesía, tanto más cuanto que su realización tenía ya éxitos en la Rusia soviética. Fue por este temor que las fuerzas políticas reaccionarias aceptaron las instituciones republicanas y la izquierda pudo cumplir con mayor facilidad algunos de sus postulados.
En enero de 1919, como resultado de un entendimiento entre los políticos del país y el Comité Nacional de Paris, Piłsudski formó un nuevo gabinete, presidido por Ignacy Paderewski. Este compositor y virtuoso había sido también un incansable propagador de la causa polaca en los países de la Coalición. El nuevo gobierno llamó a elecciones a la Dieta Constituyente, que dieron la victoria a la Democracia Nacional y a los grupos aliados, ocupando también muchos escaños las organizaciones campesinas. La izquierda era en el Parlamento bastante débil. Los populistas radicales y los socialistas disponían de un 20% de los mandatos, faltaban representantes de la izquierda revolucionaria. El 16 de diciembre de 1918, como resultado de la unificación de la Socialdemocracia de Polonia y Lituania y del Partido Socialista Polaco-Izquierda, nació el Partido Obrero Comunista de Polonia, que a partir de 1925 se llamó Partido Comunista de Polonia (KPP). Esta partido consideraba que toda Europa estaba en vísperas de una revolución socialista. De ahí que se colocara en firme oposición al estado que, a su juicio, constituía únicamente un órgano de consejos de delegados obreros y campesinos con miras a la lucha por la victoria del socialismo y se opuso a las elecciones parlamentarias. Perseguido por las fuerzas derechistas y por las autoridades y, posteriormente, proscrito, el KPP se vio forzado a pasar a la clandestinidad. Poco después, también los consejos de delegados obreros, existentes en diversos centros, fueron liquidados por las autoridades.
Sin la posibilidad de actual en público, los comunistas polacos, perseguidos y encarcelados, combatieron con firmeza por los intereses fundamentales de las masas populares. A pesar de las múltiples dificultades y obstáculos, organizaban huelgas y manifestaciones, propagaban la conciencia de clase, las ideas de la victoriosa revolución socialista y señalaban la necesidad de un acercamiento con el estado soviético.
Fuente: “Panorama Histórico de Polonia”,
Biblioteca Polaca Ignacy Domeyko
Transcripción: Honorio Szelagowski,
Director de Prensa CiPol