La guerra en los canales
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Siempre quise conocer más sobre la acción de mi padre durante el Levantamiento de Varsovia. Él no hablaba demasiado sobre este tema. Yo sabía que los últimos días de la sublevación las pérdidas de su compañía eran enormes y que él había quedado al mando de un pelotón; que entraron en los canales (cloacales) y que salieron a la superficie después de la capitulación del barrio de Mokotow; que fueron arrestados por las SS y que pese a ser considerados por el ejército alemán como prisioneros de guerra, los nazis estaban a punto de fusilarlos, pero en ese momento apareció un alto oficial del Ejército Alemán y lo impidió.
Esto sucedió el día 27 de septiembre de 1944.
En mi búsqueda tuve mucha suerte. Me contacté con el Teniente Coronel Ajewski (un historiador y héroe de la Resistencia Polaca) quien me presentó con varios ex combatientes, uno de ellos el ingeniero Juan Okon, quien conocía muy bien a mi familia, porque su padre trabajó en la empresa de mi abuelo por más de 30 años. Él me acompañó por varios lugares en los cuales combatió mi padre, incluso me mostró la boca de tormenta de entrada a los canales, de donde emanaba un olor apestoso y por la cual supuestamente mi padre había entrado. También pude ver las posiciones desde donde los alemanes tenían apostadas sus ametralladoras pesadas. La desproporcionalidad de las fuerzas era arrolladora.
Pero lo que más me impresionó fue un documento donde un ex combatiente, el Coronel Dr. Román Stepniak apodado “Frassati”, (a quien tuve el gusto de conocer personalmente), cuenta la odisea en los canales, el fusilamiento de los soldados de la Resistencia Polaca pese a que la capitulación garantizaba los derechos de los prisioneros de guerra, a los combatientes y la aparición de un alto oficial alemán quien impidió que estos prosigan. Esta acción tuvo lugar el mismo día y en la misma zona en la cual mi padre es tomado prisionero.
Posiblemente papá haya integrado este grupo.
EN LOS CANALES
En los canales perdimos la cuenta del tiempo. Por más de 20 horas estuvimos perdidos en este laberinto bajo la tierra, tratando de llegar desde Mokotow (un barrio residencial) hasta Srodmiescie (centro de la ciudad). Caminábamos sumergidos hasta las rodillas, a veces hasta la cintura, generalmente agachados, físicamente exhaustos, al borde del agotamiento psicológico.
En comparación con lo que pasaba aquí, en los canales, todo lo que hemos vivido hasta ahora en el Levantamiento, a pesar que, por momentos llenos de tragedia, era evidentemente tan maravilloso, sublime, patriótico, que daban ganas revivir todo otra vez. Levantamiento sí, pero canales no.
Nos encontrábamos al borde de no poder soportar más. Ya nos daba todo lo mismo. Nos parecía que nunca más nos podíamos encontrar con algo peor en la vida. Varias granadas desde algún rincón tiradas directamente hacia nuestras cabezas serían la salvación. Varias personas probaban hacerlo delante de nuestros ojos, solos o en grupos. Pero no era tan fácil decidirse para realizarlo, puede ser porque la mayoría de nosotros era ya tan indiferente y cansada, que perdía la posibilidad de cualquier decisión, puede ser porque, no todos tenían a mano una granada… El único anhelo, dictado por el instinto de autodefensa, era la salida a la superficie, en algún lugar externo, para perecer, no importaba adónde, pero no aquí entre las ratas… Pero la pesadilla seguía. Resulta, que nunca sé esta tan mal, siempre se puede estar peor…
En un momento escuchamos un ruido infernal que crecía con cada instante. Enseguida después, sentimos el agua que nos corría hacia atrás, pero sin consecuencias, pues de atrás nos empujaban otras personas y para retroceder no existía ninguna posibilidad. La fuerza del agua nos mantenía en el mismo sitio. Pero el nivel aumentaba rápidamente, crecía hasta las caderas, la cintura, y más arriba… El trueno no paraba, pero ya era más constante. El agua ya llegaba hasta el cuello… Hasta las ratas estaban asustadas y corrían en pánico arriba de nuestras cabezas y hombros, emitiendo, mientras tanto, chillidos espantosos. Los más bajos, sin ayuda, ya se ahogaban. Alrededor se oían gritos desesperados, potenciados con el eco de los canales. A pesar de que el caudal del agua bajaba rápidamente, su nivel no disminuía, pero al menos dejó de elevarse. Resulta que nuestro tramo del canal no era derecho, sino se elevaba bastante para arriba, y además era ciego, terminaba sobre unos caños de los cuales justamente salía la maldita agua con mucha presión.
Pasaban momentos largos como la eternidad…
De aquellos ramales ciegos encontrábamos cantidad en el camino, generalmente en nuestra retirada. Antes, cuando íbamos avanzando, en orden, uno detrás del otro, no nos dimos cuenta de esos ramales. Toda la atención estaba puesta sobre el que iba adelante, para no perder el contacto con el resto. Todo se complicó, cuando explotó el pánico…Ya estábamos debajo de Sródmiescie (del Centro), aparentemente en la región de la Plaza Trzech Krzyzy (Plaza de las Tres Cruces), cuando de repente se escucho de boca en boca, la orden… retirada!!… Si fueran solamente las granadas tiradas por cualquier boca de tormenta… prevista esta acción en el programa de combate, causaban solamente la detención momentánea de la columna que marchaba…
El más terrible pánico lo provocó el gas. ¡No se sabe adónde, en los canales tiraron además de granadas – carburo (el carburo en presencia de agua produce gas acetileno) – empezaron los gritos – Gas! ¡Gas! Y comenzó realmente el infierno debajo de la tierra.
Los guías, nuestros valientes “canaleros” de la Brigada de Unión, los cuales casi a diario, andaban por los canales de Sródmiescie de vuelta a Mokotow, estaban destinados al comienzo de cada columna grande. Después de darse vuelta esta, los guías se encontraron atrás de las mismas… Entonces solo tuvieron la posibilidad de conducir adelante algunas de las personas, que se encontraban más cerca de ellos… Y los restantes… Ahora quedaron a su propia suerte, empezaron a equivocar el camino en ese laberinto, entraban en otros ramales, en pasajes ciegos, volvían, se mezclaban con los que iban adelante o volvían para atrás. Se quebró el orden, no existía ya ninguna cola ni numeración. Como si eso fuera poco, en los canales se encontraban heridos y enfermos, quienes nunca debieron bajar. A pesar de los controles que se realizaban…Pero en verdad aumentaba la cantidad de heridos causada por el estallido de las granadas. Aumentaba también la cantidad de los enfermos, por la debilidad y nerviosismo… Enfermos y heridos dificultaban la circulación y vedaban la comunicación entre los canales. El refugio y lugar para los heridos eran los canales ciegos, esos tramos cortos a los que se denominaba –apéndices – Aquí se detenían todos los no aptos, a los cuales se les asignaban el cuidado merecido, de fieles amigos. Al lado se desarrollaba toda la actividad, para un lado o para el otro….La gente se movía como fantasmas, informando sobre terribles acontecimientos, gas, granadas y pilas de muertos…Cuando me dí cuenta que estoy sólo entre los extraños, decidí detenerme un momento y esperar en un apéndice, dejando pasar los caminantes y observando si entre ellos hay alguna cara conocida…..Advertí a la Blondynka (la Rubiecita), la compañera de la Brigada de Comunicación, pero no del pelotón de los canaleros lamentablemente. También a Drucika (Cablecito). Por el me enteré, que nuestro jefe, el teniente Lacki intentó salvar a su esposa, jefa de nuestras mensajeras, la cual se desmayó y cayó en el agua.
Y justo en ese momento estalló el pánico y la retirada. Por suerte los chicos de nuestra compañía ayudaron, púes estaban cerca, y sacaron a la jefa a lugar seguro. El Rubiecito no sabía que pasó después, porque fue empujado para otro lado. Poco después vio al comandante en otro lugar, pero ya sin su esposa, tratando de sobreponerse a la ola que empujaba a todos y a todo para atrás a ciegas. Al lado del comandante se encontraba un amigo del pelotón de los canaleros, era uno que conocía a los canales como a su propio bolsillo.
El Rubiecito lamentablemente se deslizó por la pared, no encontró lugar en ese angosto pasaje y se fue con la ola… Resolvimos mantenernos unidos. El rumbo era solo uno, de acuerdo a la correntada, pero no del agua, sino de la puja de la gente. Por momentos había más lugar, porque el agua se dividía cayendo en otros ramales del canal. A veces ocurría que después de varias horas encontrábamos las mismas figuras, y las mismas barricadas colocadas hace tiempo por los alemanes, mejor dicho, por los prisioneros de los alemanes y tiradas abajo después, antes de la evacuación, por nuestros zapadores.
Estaban derrumbadas en parte, solamente la parte de arriba, para poder pasar de alguna forma. Las partes bajas de las barricadas formaban diques, dentro de los cuales el agua se amontonaba hasta el paso, y después caía su nivel formando verdaderas cascadas… Lamentablemente, esto no resultaba muy pintoresco, para nosotros. La presencia de las barricadas significaba, que estamos en un camino, y las aguas acumuladas indicaban el rumbo… Dentro de las últimas horas nuestro rumbo era siempre igual, lo que significaba que estábamos volviendo para Mokotow. Marcha de gente resignada, sin ninguna esperanza. En el camino encontrábamos a los soldados, quienes entraron a los canales varias horas más tarde. Ellos nos informaron que el barrio de Mokotow había capitulado y del Alto del Fuego… Algunos de ellos, ya después de la rendición, eligieron los canales para escapar de la prisión, como único camino de salida.
La lucha de Srodmiescie… No tenían idea, lo que se puede esperar en los canales sin los guías… Nos encontramos también a algunos, que pasaron veinte, treinta horas girando dentro de los canales sin rumbo, estos ya eran indiferentes a todo. Con los ojos fuera de sí, se escondían en lugares inaccesibles para suicidarse con tranquilidad, individualmente o con ayuda de su armamento o en grupo con la ayuda de la última granada… Con clase, pero en conspiración, solo ellos, con discreción, para no exponer a los que no estaban interesados, los cuales todavía no los vieron, ni se dieron cuenta…
Los canales ciegos (sin salida) resultaban a veces muy necesarios y útiles.
Lamentablemente en nuestro caso, el canal ciego, en el cual nos detuvimos, se convirtió en una trampa, sin posibilidad de retorno, al contrario, teníamos mucha posibilidad de ahogarnos…
Pero con esa velocidad no era posible. El tiempo transcurría muy lentamente…
Los que estaban más abajo y más lejos de nosotros, no sabían, que el canal era ciego y empujaban cada vez más y más convirtiéndose en una masa llena de gente, lo cual parecía un dique viviente que impedía el escurrimiento del agua que caía sobre nosotros, y que llevaba consigo montones de ratas. Algo aparentemente sucedió más abajo, porque empezaron a llegar gritos y aullidos espantosos, los cuales eran más espantosos que los nuestros, donde parecía, que, en cualquier momento, nos ahogábamos. Puede ser que allí ya se estaban ahogando….
De repente como un trueno que acompañaba a la salida del agua de los caños se ha acallado y también los gritos. Enseguida también desaparecieron las ratas. El nivel del agua despacito estaba bajando. Quién sobrevivió esa cascada, ya no se ahogará. El nivel del agua bajó hasta los hombros, luego hasta la cintura. Delante de mí y detrás veía caras desconocidas. Nos mezclamos bastante durante ese trayecto. Casi enseguida, arriba mío, escuche el sonido característico del movimiento de una piedra y quedamos enceguecidos por la luz diurna que entraba. No teníamos la menor idea adonde nos encontrábamos. La piedra fue corrida completamente. Todavía nos enceguecía, hasta el dolor la luz, no podíamos mirar para arriba… Lejos atrás escuchamos un fuerte suspiro, mejor dicho, una exclamación de alivio y esperanza, como si de repente se hubieran abierto las puertas del paraíso, y en el mismo instante los gritos – Salgan, salgan. ¡Rápido arriba! ¡Al mismo tiempo nos llegaban de arriba algunas voces, y después de un instante escuchamos nítidamente – Muchachos! Salgan rápido mientras no hay alemanes y silencio. Silencio arriba, porque atrás los llamados para salir se intensificaban. Momento de vacilación, entre cerrando los ojos tratábamos mirar hacia arriba, pero no veíamos ninguna cabeza asomada cerca de la piedra. Dos, tres hombres que se encontraban adelante empezaron a trepar a la superficie. Les gritamos, que vamos a esperar un instante, hasta que nos llamen. Salieron afuera y otra vez silencio, Pasa un minuto, o dos, los gritos que llegan de atrás se intensifican. Sólo se escucha – Salgan, salgan. Tal vez durante el tercer minuto que pasó desde la salida de los compañeros observamos una extraña sombra cerca de la piedra y escuchamos una voz contundente con acento extranjero: salgan, tienen tres minutos, sólo tres minutos, después tiramos las granadas…¡La proposición no era para rechazar, carajo! – escuche una voz detrás. Por fin tenemos la única salida, tan soñada, pero no hay otra elección – ninguna. Ni un paso más adelante, porque el canal era ciego, atrás tampoco ni un paso más, porque nadie retrocedió, al contrario, todos empujan y gritan, para apurarse a salir, sin escuchar ningún consejo, de que allá pueden estar los alemanes, que tirarán las granadas. Posiblemente si alguno de esos hombres, que se encontraban en ese tramo del canal no quisiera salir a la superficie, igualmente no disponía de ningún otro recurso. No había ninguna posibilidad retroceder y esquivar la zona de las granadas, las cuales caerán de esta “ventana al mundo”. Aparte de eso nadie quiso escuchar ni enterarse de nada… El único anhelo – salir al exterior… Empezamos trepar en fila hacia arriba. Yo estuve muy cerca del aljibe que llevaba a la salida.
Cuando me encontré arriba y estiré mi cabeza, unas manos me agarraron de los hombros y ayudaron salir del agujero. Me empujaron unos pasos adelante en dirección de otros soldados……Oh, Los uniformes parecían alemanes, pero no eran alemanes. Parecen ucranianos ———-wlasowscy (soldados del general Własow) ——-los cuales estaban en la calle Dworkowa…….Miré alrededor, oh sí. Peor no podíamos caer… Estamos en Dworkowa…Uno de los soldados, que estaban cerca de mí, me golpeó con la culata en la cabeza, tambaleé, cayéndose mis anteojos…
El otro —–wlasowiec (soldados del general Własow). ———– rompió mi overol y sacó todo lo que tenía en el bolsillo, tirando lo que encontraba, en un lugar, arrancando las insignias de los hombros. El armamento, si alguien lo tenía consigo, y no la dejó en el canal, era dejado en otro lugar, separadamente también tiraban las mochilas——-morrales—–y bolsos
Después de una minuciosa revisación y vaciamiento de los bolsillos fui empujado en dirección de la escalera. Me mareé, pero tuve tiempo de levantar mis anteojos. Ahora me empujaban en los peldaños arriba y al costado para el lado de la calle Dworkowa, que se convertía en una plaza chiquita. Aquí ya estaban acostados los compañeros que salieron antes de mi.
EN LA CALLE DWORKOWA
Éramos los primeros en el campo y nos encontramos lejos de la orilla y de la escalera, justo adonde había una subida que se formaba en la calle, en la cual estaban sentados o parados cada tanto los… wlasowscy… con las armas, y ametralladoras dirigidas en nuestra dirección. Nos ordenaron acostarnos con la cara apoyada sobre la tierra sin levantar la cabeza. A cada rato llegaban otros compañeros, se acostaban a nuestro lado, rellenando el espacio cerca de la escalera. Todavía seguía sin ver caras conocidas. Uno de los amigos cuando se acostaba al lado me dijo despacito, que una pila de documentos y papeles sacados de nuestros bolsillos fueron quemados. ¿Pero por qué? Todo transcurría en silencio, sin disparos. Solamente los wlasowcy… que estaban delante de nosotros y un poco mas arriba, nos observaban muy atentamente y gritaban, para que no levantemos las cabezas y permanezcamos inmóviles.
Realmente no nos faltaba nada para la desgracia. Dejamos finalmente los canales, se cumplieron nuestros deseos, estábamos sobre la superficie, acostados sobre el pasto, alrededor había mucha tranquilidad, brillaba el sol de la tarde, llegaba la hora 17.00, cuantas horas ya pasaron desde la capitulación de Mokotow. Sobre la capitulación ya sabíamos en los canales, fue firmada aparentemente a las diez de la mañana. ¿Y Dworkowa? Y los wlasowcy… ¿Por qué están quemando los documentos? ¿Quieren borrar las huellas? No importa. En los canales suponíamos que no nos podía pasar algo mas grave. Salimos a la superficie de ese infierno y solo había que tomar en cuenta eso. Todo lo que estaba pasando alrededor de nosotros, ocurría mas despacio y parecía que no nos tocaba. Soy corto de vista, mis anteojos se salvaron, pero estaban muy embarrados. Como podría limpiar los vidrios, para ver mejor. Empecé a correrme despacio, con la cara mirando la escalera, para ampliar el campo de visión. Desde el otro lado la cantidad de compañeros aumentaba, quienes se encontraban acostados entre la escalera me tapaban la visión, de donde salían mas soldados. Aviste a “Blondynek” de nuestra compañía. También vi al …cabo…” Longinusa”, quien se dirigía hacia mi, supuestamente me vio, con pasos gigantes, paso por arriba de los acostados y se tiro cerca mío. Y eso le salvo la vida. Pero quien podía adivinar lo que iba a pasar. En el campo había alrededor de 100 insurrectos. Cerca del agujero de la entrada, del cual ya no salía nadie, se estaba quemando una enorme pila de documentos y papeles. A veces la llama bajaba su intensidad y el fuego se hacia muy débil. Uno de los… wlasowscy se inclino arriba del agujero y llamó nuevamente para que salgan todos amenazando con tirar algunas granadas.
De repente, algunos metros al costado, de entre los yuyos, apareció una silueta de un soldado. ¿Habrá salido de otro lado? El soldado tambaleando, encandilado con la luz diurna empezó a disparar. Los alemanes y los wlasowscy enseguida respondieron con armas de fuego llamando para que se entregara. El soldado como si se despertara recién, tiro su arma y empezó a correr en nuestra dirección. El oficial alemán vestido como SS-man se dirigió a sus soldados gritando fuerte y mirándonos, queriendo que nosotros lo escuchemos también. Gritaba que ese soldado rompió el tratado firmado de capitulación – lo entendía perfectamente y traduje sus palabras a los compañeros mas cercanos – estaba disparando contra los alemanes ya después de la capitulación y por eso va a ser asesinado, dio la orden de disparar… y se acerco al soldado. Como si no creyendo en todo lo que pasaba, levantamos las cabezas, para ver con los propios ojos, si los disparos alcanzaron a nuestro compañero. Yo estaba convencido que todo esto era para asustarnos. Pero lamentablemente, el que disparaba estaba ya cerca del hombre acostado y lo mato. Entre todos los acostados en el campo inmóviles se sentía inquietud… los wlasowscys… parados sobre nosotros del lado de la calle empezaron a disparar sobre nuestras cabezas, gritando, para que tengamos las caras metidas en la tierra sin movernos. No todos entendían, algunos pensaban que los que nos disparaban, estaban borrachos, y sus movimientos no anunciaban nada bueno. Las balas hacían ruido sobre nuestras cabezas. Los wlasowscy…….se reían de nuestro susto.
Repentinamente uno de nuestros compañeros que estaba acostado, se levanto de golpe, y empezó a correr para el lado del agujero. ¡Oh Dios! Lo reconocí, era “Blondynek”. Todos los alemanes y los wlasowscy…como si se les diera una orden, empezaron a disparar para el lado del que escapaba. El SS-mann bajo la mano que tenía levantada. Se escucho una serie de disparos, todos juntos, “Blondynek” cayó en los yuyos, a unos metros del agujero…
Un momento más tarde tiraron las prometidas granadas dentro de la boca de tormenta y la cerraron. Aparentemente hicieron lo mismo con el otro agujero que se encontraba en los yuyos. Silencio. Silencio en todo Mokotow. Los únicos disparos que se escuchaban llegaban de la calla Dworkowa.
Entre los alemanes y wlasowscy… hubo algunos cambios. Los wlasowscy se colocaron en fila al lado de la escalera. Algunos de ellos se acercaron a los acostados mas cerca, llevaron 5 ó 6 de ellos, los pararon en la entrada de la escalera, con las caras dirigidas hacia la calle Pulawska. Los restantes wlasowscy abrieron fuego con sus armas y los muchachos fueron cayendo abajo por la escalera. Dentro de un rato acomodaron a otros tantos en el mismo lugar…
Tantas horas desde la rendición… Pero a pesar de todo, los alemanes no estaban convencidos, muchas veces no cumplían las ordenes de sus comandantes. Pero mis pensamientos estaban ocupados con otra preocupación. Entendí porque quemaban nuestros documentos. Nadie va a saber quien perdió la vida aquí y cuando…. Hay que dejar alguna huella. Este pensamiento me preocupó durante todo el tiempo, no me dejaba pensar en otra cosa. Por casualidad cuando revisaban nuestras pertenencias, no se dieron cuenta que, en el bolsillo de mi mameluco, había un estuche metálico para anteojos, el cual ahora me molestaba al estar acostado. Como fui un “drucik” – (un alambrecito), lo que significaba un enlace, que todo el tiempo trabajaba en unir cables de comunicaciones telefónicas y aparatos de comunicación UKF, durante la ocupación, – estuve guardando siempre en este estuche un par de lápices bien afilados, listos en cualquier momento para algún trabajo…Transponiendo cualquier dificultad traté de llegar a sacar el estuche mencionado. Los wlasowcy estaban ocupados en las ejecuciones, los restantes observaban a la gente acostada, mirando, para que a nadie se le ocurriera levantar y de vez en cuando disparaban sobre nuestras cabezas. Por fin conseguí sacar el estuche del bolsillo y colocarlo debajo de mi barbilla. Las manos las pude mover sin dificultad. Estaba acostado del lado de la calle en la primera fila, por lo cual estaba muy cerca de los alemanes que nos cuidaban, pero ellos observaban con mas insistencia a los que se encontraban acostados mas lejos. Abrí el estuche, arranqué el forro que tenia adentro, debajo del cual había un pedacito de cartón rosa, pegado al metal. Escribí bien claramente con letras mayúsculas: “Dentro de un momento me van a fusilar. Hay alrededor de 100 insurrectos, calle Dworkowa, 27 de agosto 1944, hora 17.00, Román Stepniak – Frassati, domicilio Chmielna 128 dep. 90”. Coloque el estuche de vuelta en el bolsillo. Respire con alivio. Pude ya con tranquilidad esperar mi turno. Recién ahora mire alrededor. Quedaban apenas 40 personas.
Seguidamente colocaron algunos soldados mas en la escalera y los fusilaron…En el campo había cada vez mas lugar vacío, ya nadie me tapaba la visión. Esto quedara grabado en mis ojos para toda la vida…Dentro de un rato vendrán por mi. Estaré aparentemente en el anteúltimo grupo…Cerca mío esta acostado “Longinus” …Está mirando para otro lado, con la cabeza ligeramente levantada y observa a la calle Belwederska, algo advirtió. Yo de mi lugar no veía nada. De repente el oficial alemán que dirigía todas las acciones, se dio vuelta y miro para el mismo lado. En seguida gritó: ¡Achtung! (¡Atención!). Ahora todos los alemanes y wlasowcy miraron en esa dirección. Se acallaron los disparos. Los wlasowcy, quienes iban a llevar más prisioneros para fusilar, rápidamente se volvieron. El oficial SS daba órdenes cortas, que no llegue a escuchar, pero vi con claridad, que perdió toda tranquilidad y serenidad.
Nervioso colocaba a los wlasowcy en este mismo lugar, adonde recién estaban los fusilados. De este modo servían como una cortina viva…Nosotros en el campo, ya podíamos sentarnos. Escuché ruido de motores del lado de la calle Belwederska, pero mas allá no vi nada. El oficial alemán se fue para allá y desapareció. En un instante volvió en compañía de un general alemán, detrás de ellos algunos oficiales en uniformes de gala, vestidos de fiesta… Aproveche el tumulto, y saque rápidamente el estuche de mi bolsillo y lo coloque debajo del pasto…
El general, también vestido de gala, tenía unas relucientes botas, miraba con mucho interés, pero también con preocupación alrededor. Miró en nuestra dirección. Se dirigió al SS-man preguntando con un tono ofuscado: – Otra vez le pregunto, quien estaba disparando aquí? Ud. Recibió mis ordenes para frenar las acciones de guerra? ¿Sobre la firma del tratado de capitulación, um zehn Uhr? – Jawohl, maturlich, Herr Generall…aber (¿a las diez? – Sí, por supuesto, señor General…pero) …pero alrededor de la hora 17.00 los bandidos salieron de aquellos canales……mostró la dirección – y abrieron el fuego hacia nosotros, entonces respondimos disparando y algunos murieron, y a los que salieron mas tarde los tomamos como prisioneros – indicando a nosotros. Algunos amigos se acercaron a mi lado, les traduje la conversación. Los otros se juntaron alrededor de un conocido de vista, quien también estaba traduciéndoles todo. Alguien pregunto, si este es el General Bach. El sargento… contestó: que parece que sí.
Mientras tanto el general se dirigió en nuestra dirección, se paro al lado del “Blondynek” muerto, observo otro cadáver en los yuyos, se fijó por un rato en los documentos incendiados. Pregunto algo al SS-man y se volvió hacia nosotros. Se acerco a la escalera, bajó el primer escalón, segundo, tercero y se paró, miró sus relucientes botas que se ensuciaron con el barro que corría por los escalones… El general miro el cielo, como buscando alguna nube que traería la lluvia, otra vez fijo su vista en la escalera, de la cual evidentemente corría un liquido… Subió. Ahí estaban parados inmóviles los wlasowcy, dejando el paso, el general se paró en el entrepiso… miró para abajo y… tambaleó. Si no fuera por el capitán que estaba parado justo detrás de él y lo agarró podía haber perdido el equilibrio… El capitán agarrándolo fuertemente del hombro le ayudo a subir la escalera, el general estaba blanco como un cadáver… El general trataba de contener los vómitos, después de lo que vió en la escalera, se dio cuenta, que el liquido que corría por sus peldaños y sus botas era sangre. De color marrón, mezclada con barro y polvo. ¡Por fin el general dijo, mejor dicho, gritó…-Zum Teufel! (Al infierno) ¿Quién por fin me va a decir que paso aquí? – Puedo yo, Herr General… contestó correctamente en alemán nuestro…sargento…Con ímpetu se levantó y paró delante del general. Nosotros también nos levantamos. El general miró con asombro al sargento. Por favor, hable… – Herr Generall (Sr. General), nosotros ya en los canales sabíamos sobre la firma del tratado de la capitulación en Mokotow. Salimos de aquella boca de tormenta hace una hora. Después tiraron adentro las granadas. Nadie de nosotros ha disparado, entregamos las armas, nos sacaron todas las cosas personales y los documentos, los cuales se están quemando allí…En lugar de la prisión nos encontramos con esto, lo cual Ud. general vió. ¡Eso es todo!
El General evidentemente estaba furioso, miró largamente al SS-man, miró a los wlasowcy, le dijo algo a su capitán, quien aprobó lo dicho y anotó todo en un cuaderno. Después se dirigió a nosotros. Nuestro sargento… traducía cada frase.
General: Después de la firma de capitulación, di la orden de arrestarlos. El Fuhrer aceptó en su magnificencia, tratar a los insurrectos como prisioneros de guerra… Mi orden por primera vez no ha sido cumplida, la orden de un general alemán! Va a haber consecuencias. Los culpables van a ser castigados… serán juzgados por un Tribunal de Guerra. Vuestros amigos fueron asesinados. Se, que nunca van a olvidar esto. Yo tampoco. Pero acuérdense también, que lo que paso acá, fue obra de los soldados…vestidos con uniformes alemanes… La guerra siempre es espantosa, pero para Uds. ya se terminó. Van a ser llevados al Fuerte Mokotow. Allá ya están todos los prisioneros. A las 18.00 hs. (miro el reloj) se va a realizar el comunicado de la capitulación en forma festiva…Voy hablar por la radio. Va a ser filmado todo. Les darán la comida. Ahora todos son prisioneros de guerra, nada los amenaza ya.
El General termino de hablar y se preparaba para irse con sus acompañantes.
El sargento. dio un paso hacia a el y le habló. – Señor General, su orden ya ha sido desobedecida una vez. Esta gente, que nos fusilaba, nos odia tanto, que seguramente no van a cumplir su orden por segunda vez…Nosotros seguramente no llegaremos al Fuerte de Mokotow...
El General quedo parado un rato sin hablar. Miraba fijamente al sargento, por fin habló. – Después, de lo que pasaron aquí, les puedo perdonar que dudan de la palabra de un general alemán…Observó las impertinentes caras de los wlasowski, miró a su edecán, quien miraba fijamente la tierra. – Se va a quedar con Uds. el capitán, mi edecán, va a ser responsable de Uds. Ya en tono mas bajo dio alguna orden al capitán y con rapidez se alejo en dirección a la calle Belwederska, adonde les aguardaban los autos y medios de transporte blindados. Escuchamos el ruido de los motores.
El edecán del general acató las ordenes. Mando a colocarnos en formación y rápido. Pasando por la escalera a la calle Dworkowa, vimos todo el panorama que para siempre quedara en nuestra memoria….
Por todos lados había muertos. También en la pileta contra incendios, que se encontraba cerca, y ahora estaba sin agua. En la cercanía de la escalera se encontraba una excavación enorme recién abierta, y en el fondo yacían varios cuerpos. A este pozo como también a la pileta, llevaban los cuerpos encontrados cerca de la escalera. Lo hacían los civiles que los wlasowcy sacaron de sus casas. Aparentemente fueron sacados los cuerpos durante la visita del General. Porque en ese momento reinaba allí un silencio total, y ahora en todos lados se escuchaban gritos de los soldados y llanto de la gente obligada a realizar tareas macabras e inseguros de que destino les tocará después de haberlas realizado.
Dejando la calle Dworkowa, me vino a la mente, que esta “cascada” en el canal ciego debajo de Dworkowa se produjo gracias al vaciamiento del agua que contenía la pileta con agua contra incendios. Era una idea realmente diabólica. Al mismo tiempo me dí cuenta, que en el pasto del campo quedo mi estuche de los anteojos…
Íbamos por la calle Pulawska y después por la calle Rakowiecka. Adelante iba el capitán – edecán del general, detrás de el en desagradable silencio algunos wlasowsky, después nuestro grupo – algunos soldados y detrás alrededor de 10 wlasowsky con armas listas para disparar, gritándonos e insultándonos con maldiciones.
Llegábamos al cruce con la Av. Niepodleglosci. Cada barrio daba la impresión de una ciudad muerta. Lejos, de una parte, de Mokotow se veían columnas de humo de incendios todavía no apagados, y llegaba el fuerte olor a quemado. En todas partes reinaba el silencio, el cual solo se interrumpía con los pasos de nuestro grupo-fantasma.
Uno de nuestros compañeros escuchaba atentamente a los wlasowcy que iban detrás nuestro. Algunos hablaban entre si en voz baja. Ese compañero se acerco a nuestro sargento…y a los más cercanos. – Escuchen muchachos. Conozco un poco la lengua ucraniana. Los estuve escuchando. Comentan como hacer parecer que intentamos huir y a causa de esto matarnos a todos junto con el capitán alemán. ¿Qué podemos hacer, señor sargento?
Ante todo, mantener la calma. – Contestó nuestro sargento. Puede ser que nos quieren provocar con algo. Voy a tratar de hablar con el capitán.
Nuestro sargento… despacito empezó a correrse para pasar adelante. ¡Cuando se encontró en cercanías del capitán, le dijo con voz tranquila… Señor Capitán! ¿Puedo acercarme a Ud. por un momento? Tengo algo muy importante para decirle. El capitán se dio vuelta y aminoró la marcha. Señor Capitán, Ud debería saber de que hablan esos soldados, conozco su lengua…El capitán con sorpresa miro al sargento… ¿Qué me puede importar eso?
Señor Capitán ellos se consultan cuando empezar a disparar. Usted Sr. va a ser la primera victima, después nosotros, bajo la apariencia de nuestra huida y ataque contra Ud… Puede ser que solamente hablan así, para provocarnos y asustarnos. – No! .-Contestó el capitán. Ellos son capaces, ya lo demostraron…Bueno, que me informaste sobre esto- Hasta cuando yo este aquí no les va a pasar nada. ¡Tienen que rodearme…-Achtung! (Atención) – El capitán estaba visiblemente conmovido. Agarró con las manos dos pistolas automáticas…una la tenía en el cinto de la cadera, y la otra en el cinto sobre el hombro. Gritó fuerte a los soldados, para que todos se encolumnaran adelante. Sorprendidos los wlasowcy cumplieron la orden. El orden quedó cambiado. Adelante iba el grupo wlasowcy con las armas bajas. Algunos pasos atrás nuestro grupo rodeando al capitán alemán como los pollitos a la gallina. El capitán sin disimular la tensión, no sacaba los ojos de los soldados que iban delante de nosotros.
Al pasar el edificio parcialmente quemado de los Padres Jesuitas, doblamos en la calle Wolska. El capitán vio un auto blindado que doblaba en la calle Narbutta. Disparó con la pistola (al aire), llamando la atención de los que manejaban, quienes se detuvieron y doblaron en nuestra dirección. Cuando nos acercamos, el capitán se sentó en el auto y nos escoltó de atrás, asegurando nuestra caminata, manteniendo el arma en dirección del grupo… wlasowcy. Ahora sin inconvenientes llegamos al Fuerte de Mokotow. El capitán nos despidió, y nos delego a otro oficial. Se acercó y dijo unas palabras, solamente una frase.- Este día nunca vamos a olvidar, cierto? Nos miró durante un rato, al sargento… le regaló un paquete de cigarrillos, le dio unos golpecitos en los hombros y se fue.
Éramos el último grupo, que se junto en ese punto con todos los prisioneros de guerra en Mokotow.
Román Stepniak – Frassati.’’
Notas:
1) Carburo: El carburo de calcio es una sustancia sólida de color grisáceo que en combinación con el agua forma gas acetileno (el cual es utilizado para efectuar soldaduras).
2) Zapadores: soldados del cuerpo de ingenieros que trabajan en las destrucciones y también en obras de fortificación que requieren mano de obra especializada.
3) Wlasowscy: soldados ucranianos del Gen. Własowa seguidores de los nazis, tristemente famosos por su extrema crueldad (obsecuentes de los alemanes y despreciados por estos).
4) Los canales de Varsovia:
El sistema cloacal de la ciudad de Varsovia fue construido en su gran mayoría durante la gestión, (como Jefe de Gobierno de la ciudad), del general ruso Sócrates Starynkiewicz (1875-1892), durante la ocupación rusa.
Los canales principales poseían forma de óvalos alargados y median aproximadamente 2,10 m en la parte vertical más alta y 1,60 m en la parte horizontal más ancha, estas medidas se reducían a 1,10 m x 0,60 m en los secundarios. Por supuesto no poseían ningún tipo de iluminación.
Para el Proyecto de la canalización de la ciudad se tomó en consideración el declive natural de terreno desde el sur hasta el norte, paralelo al curso del río Vístula. Durante el Levantamiento de Varsovia fueron utilizados como vías de comunicación por la Resistencia Polaca. Para imposibilitar esta acción los alemanes lanzaban granadas y carburo desde las bocas de tormenta, llegando incluso a desviar un lago para ahogar a los insurgentes polacos.
Traducción: Ing. Andrés Chowanczak
Traductor idóneo de los idiomas español-polaco. Matrícula: CPTSF 334/01-F°17-LI