Historia de una valiente mujer polaca
Literatura
A continuación, el relato que hizo mi madre Teresa RZEPECKA en sus últimos años de vida, después de pedirle reiteradas veces que nos cuente su historia.
Hacia 1790 POLONIA fue repartida entre Rusia, Austria y Prusia. Los polacos no se quedaron tranquilos y se produjeron levantamientos. Tadeus KOSCIUZKO, militar polaco que peleó en España y tuvo una gran actuación en la Independencia de los EEUU pidió ayuda para liberar Polonia sin éxito.
En POLONIA los bienes y propiedades de los revolucionarios fueron confiscados y pasados a los estados: Ruso, Austriaco o Prusiano.
Entre otros polacos, Stanislaw SOLTAN que sufrió las consecuencias de este accionar fue enviado a Siberia.
El general Jósef Piłsudski armó un ejército y peleó contra los rusos y liberó a POLONIA.
Las propiedades confiscadas por el Estado ruso pasaron al Estado Polaco e Ignacy STASZWICZ, descendiente de Stanislaw SOLTAN, con la ayuda de un abogado se ocupó de recuperar las propiedades confiscadas.
Mientras esto ocurría, nací yo en 1926 en la estancia “Stare Berenice” en Polesia, al este de Polonia. Fui hija única de Jadwiga STASZEWICZ y Tomas RZEPECKI. Es una zona de pantanos. Al nivel del suelo se ve el pasto, pero cuando se intenta apoyar el pie, este se hunde en el agua. En el camino entre los pueblos se ponen tablas de madera y hay que saltar de una a otra. Los que viven allí ya conocen el camino y saben transitar. En esos tiempos existían caballitos pequeños como mulas que se usaban porque eran más livianos. En verano los lugares menos hondos tenían buenas pasturas. Los hombres iban con guadañas, cortaban el pasto y armaban pequeños montículos. En invierno todo se congelaba. Los hombres iban con los caballos y trineos y traían a casa el pasto seco para los animales. Como hace mucho frío y hay mucha nieve, los animales vivían en establos. Se les ponía paja seca y cuando se ensuciaba se la cambiaba. La paja sucia se ponía en montones al lado del establo y se congelaba. En primavera cuando se descongelaba esta paja sucia, se desparramaba por el campo como abono.
Yo todavía no caminaba bien cuando mi abuelo me compró un caballito y me enseñó a montar. Después un amigo me regaló un cachorro cooker-spaniel marrón y blanco. El caballo se llamaba Yo-yo y el perro Żulik (Vago). Nunca tuve mejor compañía. Cuando tenía 4 años vino una profesora francesa a la estancia. Estábamos todo el día juntas y después de un año me daba igual hablar en polaco o en francés. Cuanto tuve 6 años vino una señorita de Varsovia por un aviso del diario y me enseñaba durante el año escoñar. Después venía el director de la escuela del pueblo cercano y me tomaba un examen. Siempre me moría de susto, apenas hablaba, pero siempre pasaba de grado. Así transcurrió toda la escuela primaria.
En 1938 fue recuperada una propiedad llamada ZDIĘCIOŁ, que comprendía tierras y un castillo (el casco de una estancia) construido hacia los 1400, que estaba algo arruinado.
En el castillo funcionaba un orfanato municipal. Al lado había varias construcciones nuevas que nosotros ocupamos. La parte más valiosa de la propiedad era un bosque de 2.000 Hectáreas. En los alrededores vivían campesinos que ocupaban las tierras. Estos tuvieron que desocupar las tierras y estaban, por supuesto, muy enojados.
El castillo tenía 100 habitaciones y tuvo alguna vez cuatro torres que fueron destruidas con el tiempo.
En septiembre de 1938 inicié la secundaria en Wilno (La capital de Lituania) con las hermanas de Nazaret. El inicio del año fue espantoso. Teníamos que levantarnos muy temprano, vestirnos y peinarnos. Yo no sabía ni vestirme ni peinarme sola, todas se reían de mí. Tenía el pelo hasta la cintura. Una hermana me despertaba más temprano y me enseñó a vestirme y a peinarme. Yo estaba acostumbrada a estar sola con mis animales, aquí había 100 chicas y ningún animal. Por fin vinieron las vacaciones y volví a casa. Fue en Julio de 1939.
La primera cosecha de trigo, que estaba apilada en el patio, fue intencionalmente incendiada por los campesinos desalojados. El 3 de septiembre de 1939 se declaró la guerra y me quedé en casa. Rápidamente convocaron a mi papá al ejército y no supimos nada de él. En la casa quedaron mi mamá, los bisabuelos y una tatarabuela.
Cuando Rusia nos invadió tuvimos que escapar de noche para que los sirvientes no supieran nada. Después de varios meses mi papá nos avisó por un conocido que nos iba a esperar en BRZEŚĆ (un gran nudo ferroviario). Llegamos allí con mi mamá. Los bisabuelos quedaron en la casa. Entonces nos fuimos los tres a Varsovia. Habitábamos en la casa de unos amigos. Mi papá comenzó el comercio ilegal de carne, manteca y crema de la provincia. En estos casos, si los alemanes lo hubieran encontrado le confiscarían todo y la persona iba presa por varios días. Mi papá no aguantó mucho tiempo y fue a la provincia de Kielce de donde era y donde tenía mucha familia. Él era ingeniero agrónomo. Enseguida quedó nombrado administrador de la estancia de una prima. Pronto nos sacó de Varsovia y fuimos con él. La estancia se llamaba VALICA y estaba al final del pueblo de STOPNICA. Sin perder tiempo comenzaron a buscar una maestra para mí. Por suerte, en la otra cuadra vivía una gran familia, todos hermanos jóvenes y universitarios. Yo me hice muy amiga con toda la familia y los fines de semana siempre la pasábamos juntos. Sus padres eran maravillosos y siempre nos invitaban. Jugábamos a las cartas y otros juegos, cantábamos y también teníamos un tocadiscos y discos, muy a menudo bailábamos. Pero todo termina. Mi padre trabajaba mucho “en el bosque” con los partisanos y los alemanes comenzaron a buscarlo. Por lo tanto, con familias de otros partisanos escapamos en un tren a Checoeslovaquia. Todavía tengo el pase a PSIE POLA para “buscar a mi marido”. El tren era de carga y los vagones no tenían puertas. Continuamente el tren se detenía en el campo, los soldados controlaban los billetes a veces se llevaban a algunas personas con ellos. Había pocos trenes, ningún horario, muchas personas querían ascender y no podían.
Llegó el momento del contacto con el Cuerpo del ejército Americano y todos pasamos a la condición de soldados. Nos transportaron a Alemania. Mi mamá entró en la Cruz Roja y yo en la Cultura, fui secretaria de un periodista y él escribía un diario semanal. Después de varios meses nos informaron que todas las chicas deben viajar a Italia a estudiar secundario. Muchas se asustaron, se casaron pronto y se quedaron con sus maridos. Cerca de 50 chicas viajamos. Íbamos con los camiones del ejército por BRENER en los ALPES. La primera mañana en Italia vimos agaves, altos cactus en flor. Y a la tarde uvas azules. ¡Era algo increíble! Los choferes pararon e intentaron comprar un poco de uvas para las chicas polacas. El italiano nos daba cajones y no quiso recibir dinero. Y así del crudo invierno pasamos al verano y los calores. Llegamos a PUERTO SAN GIORGIO ubicado en la mitad de Italia. Nos llevaron a un hermoso palacete con parque y árboles frutales en una colina al final de la ciudad.
Por primera vez vimos higos, aceitunas, duraznos y todos los frutos de la zona. Eran dos años de liceo para concluir el bachillerato. No teníamos libros ni elementos para escribir, tampoco donde escribir. Los profesores de las universidades (soldados polacos) se mudaron a nuestro palacio. Nos contaban todo y nosotras teníamos que poner mucha atención para recordarnos todo. Mis padres vinieron a Italia para estar cerca mío. Después de terminar la escuela nos llevaron en un enorme barco a Inglaterra. Mi mamá viajó también a Inglaterra en tren, atravesando Francia como mi familia. Yo estuve en un campo del ejercito llamado FOXLEY. A mi mamá nuestro primo se la llevó a su casa. A mi padre no le dieron permiso de entrar a Inglaterra porque era agrónomo.
Vi a mi futuro marido por primera vez en Nüremberg. Stanislao vino a arreglar mi máquina de escribir, pero ni nos miramos. En el campamento FOXLEY el vino a visitar a sus dos primas que eran mis amigas y allí nos conocimos. En ese momento yo ya era cabo. Mi mamá tenía alquilado un departamento en Londres y yo para fin de semana iba a visitarla (Una Hora de tren). Para Navidad el vino a visitarnos por varios días. Mi padre y el hermano de Stanislao eran amigos en Alemania e Italia y buscaban emigrar. Eligieron Argentina. Viajaron con muchos compañeros soldados. Mi padre encontró trabajo en un campo de olivares en Córdoba. Mi cuñado se hizo constructor. No sabía nada de esto, pero formó una sociedad con varios amigos y empezaron a edificar con planos. Los contrataron para hacer casas para obreros en Plaza Huincul (Provincia de Neuquén). Nadie hablaba castellano.
Después de un año mi padre gestionó los papeles de la visa y mi mamá llegó a la Argentina.
Nosotros en Londres nos casamos, nos dieron la baja del ejército y comenzamos a trabajar. Un tío compró una granja y nosotros fuimos a trabajar con él. Pero no le alcanzó el dinero y tuvo que vender todo. Nosotros volvimos a Londres. Alquilamos una pieza y mientras Stanislao trabajaba de noche limpiando locomotoras yo trabajaba en la cocina de un gran restaurante y allí aprendía inglés. Después él se anotó en una escuela de construcción, pero justo llegaron nuestras visas y viajamos a Argentina. Año 1951. Con nosotros venía Alejandro que tenía 1 año y tres meses. Aprendió a caminar en el barco porque nuestro viaje duró un mes. Cuando llegamos a la Argentina mi cuñado se llevó a mi esposo al sur y yo fui con mi hijo a la casa de mis padres a Córdoba. Después de un año se terminó la obra y todos volvimos a Buenos Aires. Alquilamos una casa en OLIVOS y mi esposo empezó a trabajar en una empresa constructora de usinas eléctricas y líneas de alta tensión llamada ELECTRODINIE. Entonces nació Adalberto. Mientras los chicos eran chicos, viajábamos juntos por los distintos rincones de Argentina, pero desde que Alejandro comenzó la secundaria alquilamos una casa en Rosario. Allí nació Orlando. Dos años más tarde nos mudamos a Ringuelet y luego a Tolosa. Y yo comencé a enseñar idiomas. Yo estaba sola la mayor parte del tiempo porque mi marido trabajaba en el interior. En ese tiempo compramos nuestra casa en Manuel B. Gonnet por medio de un préstamo del banco Provincia. Mi esposo se jubiló y ya no viajó más. En el año 2006 falleció. Yo estoy aquí terminando mis días.
Alejandro Galinski
avgalinski@yahoo.com