13/08/2024

Bądź jak Iwonna

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Compartimos la entrevista realizada a Iwonna Rajczakowska, integrante de la Unión de los Polacos en la República Argentina (UPRA) y de la Asociación Cultural Argentino Polaca (ACAP).

¿Cuándo comienza tu vínculo con Polonia? ¿Lo recordás?

En 2018 empecé a colaborar como voluntaria en Voluntarios Polacos y antes de eso, en 2014, me había acercado a la Asociación Copérnico de San Justo, pero la verdad es que no encontraba actividades donde pudiera sentir que realmente ayudaba o aportaba algo, porque como no me gusta bailar, entonces en el ballet no estaba; quizás colaboraba con los almuerzos y demás, pero igualmente sentía como que quería buscar algo más.

En cuanto a lo personal, mi vínculo con Polonia fue algo que siempre estuvo presente, por ejemplo, aprender con orgullo a deletrear el apellido, pero durante mi infancia Polonia fue como un cuentito; sabía que en algún lugar lejano tenía una abuela que vivía junto a un bosque con montañas, nieve y cerezos. Para Navidad y Pascuas llegaban sus cartas, a veces algún Opłatek o una bolsa de tela con hongos secos, pero mi papá guardaba amargamente todo eso. Yo apenas podía distinguir que algunas tarjetas estaban dirigidas a nosotros: “Iwonko, Janek, Pawel”. Recuerdo que también llegaron unos acolchados de pluma que ella misma había hecho, hoy supongo que fue su forma de abrigarnos a la distancia…

Durante la adolescencia me empecé a interesar un poco más, pero desde un enfoque histórico y disociada de la historia familiar. Leía bastante sobre las Guerras Mundiales y sus consecuencias y algunos años después me acerqué a la Asociación Nicolas Copérnico de San Justo, llevaba a mi hijita Brigitte al balecik y colaboraba con los almuerzos o con las chicas del ballet. Pero no sentía que me conectara plenamente con Polonia y seguí la búsqueda.

Me acerqué a Dom Polski para aprender el idioma, le conté a mi papá, no dijo nada, pero pude adivinar una pequeña luz de alegría en su mirada y me regaló su diccionario de polaco – español con el que había aprendido a hablar (tenía tachadas la palabra “comunismo”, “Rusia” y algunas más). Pensé en aprender a hablar con fluidez y después contactar a mi familia para restaurar los vínculos – ya había pasado cerca de una década sin comunicación-. Pero al tiempo nos contactaron ellos primero para decir que mi abuela había muerto, por lo que pasó su vida esperando. Al menos en sus últimos tiempos tuvo el consuelo de perder la memoria.

¿Conocés la historia de tus descendientes?

A la historia la conozco un poco. Mi padre llegó a Argentina en 1980, tenía unos 20 años y allá quedó toda su familia. Creo que no quiso hacer el servicio militar en la Polonia Comunista y salió como desertor. Sufrió mucho el desarraigo; hubo partes bastante trágicas. Siempre se guardó todo y se fue acostumbrando a la soledad, a la frustración, a la pérdida. Con los años hasta las ganas de comunicarse perdió.

¿De qué ciudad era?

Él era de un pueblito que se llama Męcinka y que está cerca de Wrocław. La escuela secundaria la hizo en un pueblo cercano que se llama Jawor, que también está cerca de Wrocław, a dos horas aproximadamente. Tiene la característica de que es una zona rural.

¿Vino solo o con alguien más?

Vino solo y acá en Argentina conoció a un señor llamado Casimiro que había estado en la Batalla de Monte Cassino y lo visitaba seguido; dio la casualidad que era vecino de mi mamá, entonces ella empezó a visitar también a Casimiro para cruzarse con mi papá y ahí no sé, se habrán comunicado en señas porque él no hablaba español (risas), se pusieron de novios y se terminaron casando.

¿Por qué eligió Argentina?

No sé por qué eligió Argentina, supongo que habrá sido una costumbre de los migrantes elegir este país, pero sí sé que se fue para no hacer el servicio militar en esa Polonia gris.

¿Qué rol ocupas dentro de la Asociación Cultural Argentino Polaca?

Estoy en la Comisión de Cultura, más específicamente en el Área Musical. También estoy en la comisión de la Unión de los Polacos en la República Argentina (UPRA). El rol de ACAP es difundir la cultura polaca y dentro de ese marco trato de organizar actividades. Estos últimos meses presentamos conciertos en el Museo Fernández Blanco, en el Rómulo Raggio, en la Biblioteca Nacional, en la Biblioteca Rafael Obligado de San Pedro, en el Colegio de Escribanos, etc.

El objetivo es contribuir en la vida cultural de Argentina y promover el intercambio entre ambos países. Es un rol que disfruto mucho porque también me conduce a esa búsqueda de la belleza de la que habla Juan Pablo II en su carta a los artistas, y dentro de esa búsqueda también encontré personas muy lindas, muy sensibles, muy enriquecedoras y con enorme generosidad. Con algunas formamos una hermosa amistad, porque el mundo del arte tiene esa cosa de lo sensible también, entonces de repente te encontrás con personas que son muy lindas y de las que aprendes muchísimo, porque te enriquecen de una manera enorme, así que esa es otra de las cosas que disfruto del rol más allá de la gestión y del aprendizaje.

¿Cómo es que seleccionan a los artistas? ¿Siguen algún criterio en particular?

Muchas veces no hay un criterio de selección porque eso te genera un costo enorme para la Asociación que no lo podría afrontar, como por ejemplo cubrir los aéreos, los alojamientos, los honorarios y son muchísima plata. Generalmente son los artistas los que nos contactan, porque a veces tienen presentaciones por la región o tienen planeado un viaje por la Argentina y ahí empezamos a organizar algún concierto, entonces les decimos que sí que tenemos capacidad de organizar algún evento, podemos buscar la sala, el piano, pagar la afinación del piano… pero no tenemos capacidad como para cubrir los otros gastos que ya son en dólares.

Generalmente ocurre que el artista está planeando algún viaje por la región, como por ejemplo por Chile, Uruguay o Brasil y ahí es que nos contactan y es mucho más fácil trasladarlos. Es en ese momento en que comenzamos a organizar el concierto.

Por otro lado, ACAP también articula actividades con la agenda de la Embajada de Polonia. Quizás ellos en su agenda ya tienen un pianista planificado en el año y nosotros nos ocupamos de la parte que es la organización del concierto; además, colaboramos con la agenda de Ars Hungarica, y con otras instituciones polacas, entonces combinando esfuerzos y voluntad es mucho más fácil. Las salas generalmente nos abren las puertas de manera muy generosa o hay gastos mínimos para cubrir.

Con artistas argentinos también armamos programaciones y a veces se cobra un bono contribución para cubrir sus honorarios. También hay muchas actividades de ACAP llevan más tiempo de gestión y búsqueda de fondos entonces pasan de un año a otro y así hasta que se pueden llevar a cabo.

¿Desde ACAP ya tienen todo el año programado, o lo van armando mes a mes?

Nosotros armamos una agenda a principio de año en la primera reunión y ahí proponemos todas las actividades que la Comisión Directiva quiera llevar a cabo; después vamos viendo si se pueden hacer o no, porque a veces la búsqueda de fondos es una gran dificultad. Por ejemplo, este año queríamos programar a Pilar Policano, que es una violinista argentina, es una niña prodigio que ganó una beca para estudiar en Viena y viene tres veces a Argentina y es descendiente de polacos, tiene una abuela que es polaca, pero a ella siempre la acompaña un ensamble que se llama Ensamble Estación Buenos Aires, entonces ahí tendríamos que cubrir los honorarios de todo un ensamble que es carísimo porque son de excelente nivel y cubrir los honorarios de ella, por lo que ya estaríamos hablando de mucho dinero. A ese proyecto ya lo tenemos que dejar para la agenda de 2025 y empezar desde ahora a buscar algún patrocinador, o muchos, para cubrir los gastos.

¿En estos casos buscan patrocinadores o instituciones polacas que los financien?

Hay 2 ó 3 empresas que son de descendientes de polacos que generalmente colaboran. Se los contacta desde ACAP y después hay otra cosa que sucede que es que muchos miembros de la comisión directiva siempre hacen su aporte para cubrir, aunque sea una parte de los gastos. También está la cuenta de los socios que es un valor simbólico, pero que igualmente ayuda. Ocurre que algunos artistas se adaptan a lo que les podemos dar, entonces les ofrecemos x cantidad de dinero y los artistas aceptan.

Por otro lado, los costos de la afinación del piano, donde cada sala tiene su propio afinador, hoy en día rondan los 100mil pesos o 120mil pesos que, para una institución que hace todo con mucho esfuerzo, significa un monto elevado.

¿Cuál es tu función dentro de UPRA?

En UPRA también estoy en el Área Cultural, pero lo que pasa es que también se mezcla un poco lo que es el área cultural con ACAP ya que muchas veces coincidimos los integrantes. También colaboro con Bárbara Warzyca en el Ciclo de Conciertos de manera más informal. Durante la pandemia organizaba mucho material para el Głos Polski, hacíamos notas digitales en la página anterior que después desapareció y se perdió todo ese contenido, por lo que en UPRA tuve un rol menos visible porque como es la sede central y hay más tareas administrativas o más tareas de gestión que tienen que ver con Polonia y lo cultural es más puntual, o relacionado a fechas nacionales, siempre colaboro pero con menos participación creo yo.

¿Hace cuánto formas parte de las comisiones directivas?

En las comisiones estoy desde el 2018 ó 2019, empecé a colaborar activamente con el grupo de Voluntarios Polacos dirigido por Noelia Szymanowska y con Andrzej Jezierski, quien era el encargado de difundir la música polaca en Argentina. Él ya estaba con una salud muy debilitada, armamos una agenda de conciertos en Buenos Aires con el coro Collegium Cantorum, de la ciudad Częstochowa. Al poco tiempo falleció y su compromiso fue un gran ejemplo, seguí colaborando y me invitaron a formar parte de las comisiones directivas.

¿En la actualidad tenés algún proyecto en mente, ya sea a modo individual o dentro de alguna de las instituciones de las que formas parte?

Actualmente, con mi compañero del área cultural, Sebastian Zółtowski, estamos trabajando en dos proyectos musicales que me entusiasman mucho para fin de año. Uno es un Festival Bach que se va a llevar a cabo en la Iglesia Polaca de Mansilla, esta actividad es articulada con Ars Hungarica y se trata de los conciertos para Claves y Cuerdas de Johan Sebastian Bach. Y el otro proyecto en un concierto en el Salón Dorado del Teatro Colón, con la pianista polaca Lidia Książkiewicz y la Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación, dirigidos por el maestro Sebastiano De Fillippi. Este concierto es en conmemoración del Día de la Independencia de Polonia y el repertorio es mitad polaco y mitad argentino. Para junio también tenemos una charla sobre Jorge Luis Borges en Dom Polski, a cargo de Alejandro Vaccaro, presidente de la SADE, de la Fundación del Libro y biógrafo de Borges. Además de lo mencionado, porque siempre tratamos de articular las dos culturas, tanto la argentina como la polaca, parece que la primera traducción de Borges que existió en el mundo fue en idioma polaco, así que vamos a hablar de su vida y obra y también mencionar esta traducción, que fue la primera que se conoce.

¿Sabes quién fue el traductor?

Se llamaba Tadeusz Peiper. En esa época Borges formaba parte de un grupo de poetas ultraístas que estaban en España y entre ese grupo estaba Guillermo de Torre que fue cuñado de Borges y este polaco Tadeusz Peiper que toma una poesía de Borges que se llama “Mañana” y la traduce en una revista que se llamaba “Nowa Sztuka” de la que salieron solamente 2 números en Polonia; era una revista que difundía a los nuevos poetas del momento. La revista después desapareció y la traducción es un poco pobre; lo que pasa es que son dos idiomas muy diferentes y calculo que este señor tampoco sabía mucho cómo traducir la metáfora porque, de hecho, en algún momento borra la parte más importante de la poesía y queda sin metáforas y demás. Igualmente tuvo la valentía de traducir a un joven Borges en polaco y esto salió publicado en febrero de 1922 si no me equivoco, siendo la primera traducción que se conoce al día de hoy.

¿Estuviste en Polonia?

En Polonia estuve en 2016, viajé para Pascuas y conocí a mi familia, tíos/as, primas/os, etc. Fue una experiencia muy linda y también muy triste porque no pude viajar con mi padre. Al llegar tuve esa mágica sensación de volver, como ese poema de Borges: “Vuelvo a Junín, donde no estuve nunca. A tu Junín, abuelo Borges…”. Todo me resultaba familiar, incluso las formas del humor y la locura eslava, las formas de cocinar o de cuidar las plantas…, muchas cosas, y muchas formas de ser, o quizá memoria genética, porque no había estado en contacto con ellos y, sin embargo, casi todo me pertenecía. Después escribí algo muy breve sobre eso:

Mi más profunda esencia está, quizá sin saberlo, en esos lejanos lugares, en esos paisajes, en esos bosques, en esos muertos… (Conté que al principio lo viví como un cuento y cuando llegué, algunos ya eran muertos).

En aquellos tiempos que fueron y, también, en los que pudieron ser y no fueron, porque al final del camino sólo se podrá decir que todo sirvió para todo o que nada sirvió para nada. (Esta fue una conclusión existencial, ¿qué hacer con todo lo que nos pertenece como historia personal? Evaluándolo como enseñanza o aprendizaje).

En esa Polonia que no vio su ausencia, o que al verla no la quiso y decidió esperar, casi intacta. (Esta conclusión fue más bien poética, porque resulta que desde que mi padre se fue, hasta el 2016, todo seguía exactamente igual que en las fotos. El pueblo, las casas, la escuela, la iglesia, el cementerio).

En las zonas rurales durante la ocupación de la Unión Soviética no hubo desarrollo, entonces no es tan raro. Su casa también estaba igual, solo que ya nadie lo esperaba. Quizá por eso no pudo volver. Su casa es como la de esos poemas de Herbert que hablan sobre el vacío que queda cuando las personas se marchan y los lugares quedan abandonados: “No hay una fuente de melancolía más pura que las casas con ojeras de tristeza en las ventanas (…) Casas que susurran en lo bajo, con semblante enfermo.”

¿Qué consejos le darías a quien inicie alguna actividad en la colectividad?

Si es que tengo algún consejo para dar, quizá sea que buscando a sus raíces se dejen encontrar a sí mismos. Todo lo que somos de alguna manera nos reclama, y es muy lindo encontrarse con esa esencia. Por otro lado, siempre se puede aportar un granito de arena y es muy importante que las generaciones no se pierdan y que estas instituciones sigan con vida activa. Hay mucho trabajo y las personas son pocas.

Honorio Szelagowski

Círculo Cultural Polonés